CANTARES La parracial
rosa devora y sube a la
cima del santo: con espesas
garras sujeta el tiempo al
fatigado ser: hincha y
sopla en las venas duras, ata el
cordel, pulmonar, entonces largamente
escucha y respira.
Morir deseo,
vivir quiero, herramienta,
perro infinito, movimiento
de océano espeso con vieja y
negra superficie.
Para quién y
a quién en la sombra mi gradual
guitarra resuena naciendo en
la sal de mi ser como el pez
en la sal del mar?
Ay, qué
continuo país cerrado, neutral, en
la zona del fuego, inmóvil, en
el giro terrible, seco, en la
humedad de las cosas.
Entonces,
entre mis rodillas, bajo la raíz
de mis ojos, prosigue
cosiendo mi alma: su
aterradora aguja trabaja.
Sobrevivo en
medio del mar, solo y tan
locamente herido, tan
solamente persistiendo, heridamente
abandonado.
Pablo
Neruda
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