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POESIA: Los pétalos de mi rosa (Primera parte)
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: JsalgueroD  (Mensaje original) Enviado: 25/06/2011 14:14




José Salguero Duarte



© José Salguero Duarte
Depósito legal: CA 1-2011
ISBN: 978-84-614-6212-4

©Pintura, diseño y composición:
José Salguero Duarte

©Prólogo
Emilio Herrera

Imprime: Tipografía Mazuelos
Teléfono: 956678658
Polígono industrial Palmones II
C/ Balandro 38
Los Barrios (Cádiz)



Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sin la debida autorización por escrito.





Prólogo



No presentamos un personaje vulgar o definitivo. Como ocurre con el hombre actual, en una sociedad en constante evolución; estamos ante una figura en plena superación.
Un artista que piensa y se expresa en poeta.
Procede del pueblo y sus andanzas, pasando por la explotación, comienzan en las catacumbas.
Los héroes de entonces: Mahoma, Cristo y “El Ché”, pudieron darle la primera teta de la lucha: honradez y sabiduría.
No comulgar con los mercenarios que hoy tanto abundan, es prioridad de José Salguero Duarte.
Siempre, captó con claridad, los cambios que nuestro mundo social demanda.
Acaricia con sensibilidad el arma de la honradez. Y ha de templar la espada de la valentía dialéctica.
Como ser humano, después de algunos avatares, ha encontrado en María Teresa, el insondable e insuperable sabor de la comprensión.
Sumiso al rumor de la ternura, aprendió en pocos años la verdadera evolución de las experiencias, entendiendo que este regalo ha de extenderlo a su entorno.
Su poesía nace por tanto de forma natural con su propia lírica y cadencia.
Poemas que se van desgranando entre la pasión y entrega de sus sentimientos, algunas veces hasta primitivos.
La tragedia y el triunfo son los manantiales que bravamente enseña de la épica experiencia de su generación.
Salguero Duarte, describe un amor que le brota de la misma sangre con un lirismo propio, e influenciado por la filosofía de Rafael Alberti, y bajo la bandera de la libertad.
Creo Pepe que, como siempre, este libro tendrá buena acogida de ese público y amigos que te esperan con expectación.
Y por mi parte, a pesar de la amistad y respeto que compartimos, he procurado ser objetivo.
Sobre todo, mi deseo es, que no cejes en tu afán de superación y búsqueda de nuevos objetivos, con el único fin de ser cada vez mejor ser humano.




Emilio Herrera Suárez
Humanista y polifacético artista







María Teresa:



A lo largo de los días,
no dejo de pensar en el aroma,
de los pétalos de mi rosa.










Brisa con corazón de almíbar




Tengo los poros cerrados,

pero cuando te diviso
en el horizonte,

los abro para que pases al interior
de mis naves,

al ser brisa con corazón de almíbar,

y candil que con tu esencia y aroma me alumbras.






Entre luces





A la caída de la tarde,

es posible que aparezca
una música envidiosa,

para quitarle protagonismo,

a las notas de nuestro himno,

a pesar de que se encuentran hilvanadas,
con hilo de seda y plata.




Cordillera




Cordillera de luces sin mares,


lámparas de piedras sin rocas,


ramajes sin volcanes celestes,


maleza sin cantos en mis hojas.





Vías paralelas




Al ser tú y yo vías de tren,
unidas por los sentimientos.


Viajaremos hasta fundirlas,
para juntarnos en la tierra,
como lo hacen en la mar,
los delfines y las sirenas.





Bálsamo




Soy bálsamo de la mar,
donde reposan tus ascuas.


Y cuando las enciende mi ardor,
no es mi corazón el que habla,
sino las sensaciones de felicidad,
que me abrasan.




Ausencia




Cuando estás ausente,
sufro en silencio,
en lo oscuro de las noches,
el frío helado de la soledad,
en que me dejas.


No compartiendo más alcobas,
con enaguas ajenas,
al ser las ondas de tu luz,
las que me sacian en la sombra.





El vagón




Tu tren tiene vagones,

unidos por nuestros lazos.


En el que no caben sábanas,

ni almohadas foráneas.


Pero si,
nuestra felicidad
eterna.






Sombras




No tuve sombras,

ni las tengo ahora.


Tan sólo me interesa,

que aniden las mariposas,

hasta llegar al corazón.


Para que broten rociadas,

e inunden las mojadas aguas.





La luna y el sol




La luna es luz,

y el fuego sol.



Tú luna y yo sol,

yo luna y tú sol.





Hojas




Una vez despojada de las hojas
que cubren tu manto.

He plasmado en versos,
a través de pinceladas.

El esplendoroso edén,
en el que te encuentras.





Torrentes y cascadas




Cuando el frío ondulado,
provoca que el vaho,
se adhiera a los cristales,
hasta que el fuego lo derrita,
formando torrentes y cascadas.


Tus ojos y los míos,
y mis manos en las tuyas,
sonando de fondo
el chisporrotear,
de nuestros troncos de leña.






No deseaba





No deseaba una mujer,
para una aventura,
sin obligaciones,
sin ataduras,
sin derechos
y sin posesiones.

Pero si una mujer,
con honestidad y sentimientos.

Habiéndomelo dado,
tu libertad y tu néctar.





Caducidad




Cuando el sexo se marcha,
surge el amor,
al marcar la caducidad,
el contenido de la materia.



Siendo más importante,
una caricia,
que el verdor de
los prados.






Resurrección




Cuando pienso en mi rosal,
lo hago con tal intensidad,
que tiembla el firmamento,
al resucitar su savia.


Y cuando alcanzo la orilla,
me resbalan lágrimas,
secándome sus sábanas.







Amor




Para no envejecer,
es necesario tener ilusiones.

Y si los sentimientos,
apagan los rescoldos.

Reavivaremos las hogueras
desde cierta distancia,
porque si estuviéramos cerca,
nos quemaríamos,
sin querer hacerlo.

Debiendo permanecer,
receptiva para recibir,
los quejidos de mis nardos.

Y si te llegan,
es porque tu corazón desea,
que discurramos,
por la misma senda.







¡Qué lástima!





¡Qué lástima!,
no haberte encontrado antes,
cuando paseabas descalza,
por los azules mares del Estrecho,
sin el caudal de tus ramas.


Pero ahora que me tienes cerca,
quiero que te sientas en la gloria,
convirtiéndose las horas en ráfagas,
y los días en guiños.


¡Qué lástima!,
los años transcurridos,
lejos el uno del otro.

¡Qué lastima!






Aura




Nunca busqué la belleza externa,
y cuando hallé la interior tuya,
me cautivó tu fragancia.


Convirtiéndome,
desde ese instante,
en universo para tu aura.








Envoltura




La envoltura,
amor,
es lo que prevalece
en los demás.



Siendo plausible que reaccionen,
porque sólo con el precinto,
no se echan raíces.






La isla




En una isla,
en cualquier isla,
en nuestra isla.


Tú y yo aislados,
sin importarnos,
el pasado,
el presente,
y el futuro.


Tú y yo,
--siempre--,
en una isla.

En nuestra isla.






Encuentro




Me encontraba,
totalmente reflejado,
en la ingravidez de los pétalos,
del poema que creaba.

Cuando,
inesperadamente,
te presentaste ante mí.

Quedándome difuminado,
al contemplar de nuevo,
tu sombra en mi andamio.

Rogándote, que no te callaras,
y que dijeras lo que quisieras,
arrojando palabras,
fuertes y claras.






Locura de amor




Al ser besos ansiados,
aflorando nuestra mejor
locura
de amor.


Vivo la sensación a tu lado,
de que me queman tus labios,
achicharrándose los míos.


Y es por lo que hay días,
que quiero ración doble.


Porque me transportas al edén,
en el que te hayas reinando.






Caminé




Caminé hacia ti
con las manos abiertas,
sin esconder nada.

Cuando nos cruzamos de nuevo,
al divisarte entre las amapolas.


Sonando el himno de la alegría,
por los raíles del pentagrama.

Manando de nuestro volar,
notas blancas, negras
y semicorcheas.






Aleteo




Eco aleteo de tus pisadas,
mirando hacia el infinito,
vestidas con telas de lino,
y jazmines en los cabellos.


Provocando tu azahar,
que se aviven mis versos,
embarazándote mis poemas.







Álamos





Me dilata tanto tu música,
hasta el punto de convertirme,
en espía ciego de tus lirios.

Y al no ser de aliento ajeno,
--si probaste mi dulzor--,
jamás otra a la vez que tú.

Al ser el paraíso de mis fuegos,
que hace sonar mis álamos.






Manantial de tus días




Deseo ser,
manantial de tus días.


Y quiero que bebas,
las aguas de mis palabras.

Al manar cayendo,
no de fuera,
sino de dentro.


Y cuando te sacies,
manifiéstalo como quieras,
al sentir el aguijón de almíbar,
hasta convertirte
en colmenas.






Te siento




Cuando me balanceas,
con tu música callada,
sueño y muero
porque te siento.

Permaneciendo desnuda
entre luces,
brotando como cascadas,
en mis pensamientos.






Llegó la primavera




Superadas las tormentas
de verano,

los fríos de invierno,

y los nubarrones de otoño.



Llegó por fin la primavera,

a pesar de que busqué
mi sombra,

cuando no había sol en la barca.






Huracán




Derrama tu limón y miel,

hasta que las gotas se mezclen,

provocando huracanes.


Para perdernos en la mar,

huyendo de las malas hierbas.






No creas




No creas que entré en tu vida,
porque te consideré una mujer sin brillos.

Sino, porque cuando
me hablabas,
me almidonó tanto lo que fluía,
de los olivos de tus ramas.

Siendo versos tus lágrimas,
y poesías tus caricias.

No caducándose
nuestros sueños,
al actualizarse a diario.






Por ella




Al sentir la suave brisa,
de los encajes de su sombra,
caminando bajo la luz,
descalzo entre sus ascuas.


Pensé,
tan profundamente en ella,
al ser la batuta directriz,
de los sonidos de mi música.


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