“Sobre toda cosa guardada, guarda tu
corazón; Porque de él mana la vida”
Proverbios 4:23
El libro de los
Proverbios cuya autoría, se atribuye a Salomón, encierra tesoros espirituales
de una profundidad maravillosa. Y esto no nos asombra pues es Dios mismo el
inspirador de tanta belleza. En este libro en particular, vemos revelado no solo
el corazón mismo de Dios sino además el corazón humano. Y aquí específicamente
se nos habla de ese corazón, pues de Él, fluye la vida misma. La historia de la
Humanidad está llena de héroes y villanos, hombres de tremenda nobleza y arrojo
protagonizando sucesos heroicos. Historias de abnegación y sacrificio en defensa
de nobles ideales. Pero esa misma historia también nos muestra lo más bajo de la
condición humana. Cobardes, traidores, asesinos, depravados, y la lista pudiera
ser interminable. Pero ¿Cómo puede haber tanta diferencia entre el corazón de un
hombre y el de otro? ¿Porqué en uno anida la grandeza y en el otro la maldad más
grande? Es una pregunta sin respuesta. Pero lo que sí es una certeza es que, de
acuerdo a lo que en el corazón se engendre, así serán los actos de esa persona.
El corazón es como la tierra de un campo para cultivo. De acuerdo a la semilla
que en el se siembre, así será la cosecha.
Vivimos tiempos difíciles, por no
decir dificilisímos. Pareciera que el corazón de la humanidad actual ha sido
“bombardeado” por semillas de egoísmo, maldad y materialismo extremos. El
corazón humano no puede dar buenos frutos porque la semilla es la incorrecta. Y
la semilla que sirve y bendice es la que Dios quiere sembrar en el ser
humano
A/D