POEMA GITANJALI
Fue tu voluntad hacerme infinito.
Este frágil vaso mío tú lo derramas una y otra vez,
y lo vuelves a llenar con nueva vida. Tú has llevado por valles y colinas esta flautilla de caña,
y has silbado en ella melodías eternamente nuevas. Al contacto inmortal de tus manos,
mi corazoncito se dilata sin fin en la alegría,
y da vida a la expresión inefable. Tu dádiva infinita sólo puedo recogerla
con estas pobres manos mías.
Y pasan los siglos, y tú sigues derramando,
y siempre hay en ellas sitio que llenar.
Cuando tú me mandas que cante,
mi corazón parece que va a romperse de orgullo.
Te miro y me echo a llorar. Todo lo duro y agrio de mi vida se me derrite
en no sé qué dulce melodía,
y mi adoración tiende sus alas,
alegre como un pájaro que va pasando la mar. Sé que tú complaces en mi canto,
que sólo vengo a ti como cantor.
Y con el fleco del ala inmensamente abierta de mi canto,
toco tus pies, que nunca pude creer que alcanzaría. Y canto, y el canto me emborracha,
y olvido quien soy, y te llamo amigo, a ti que eres mi Señor.
¿Cómo cantas Tú, Señor?
¡Siempre te escucho mudo de asombro! La luz de tu música ilumina el mundo,
su aliento va de cielo a cielo,
su raudal santo vence todos los pedregales
y sigue, en un torbellino, adelante. Mi corazón anhela ser uno con tu canto,
pero en vano busca su voz.
Quiero hablar, pero mi palabra no se abre en melodía;
y grito vencido.
¡Ay, cómo envuelves mi corazón
en el enredo infinito de tu música, Señor!
(Rabindranath Tagore)
*Fondo por Vainica
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