Cuando la serenidad se desea,
y no se halla por obstáculos ajenos;
cuando el dolor perdura,
y el corazón no se abre al mundo;
cuando el tiempo es adverso,
y no se recorre camino alguno;
cuando la mirada es baja,
y el frente existe pero se apaga;
cuando la debilidad perdura,
y la fuerza se encuentra alejada;
cuando no se sabe levantar anclas,
y el timón de la vida es algo que manda;
cuando se sospecha de la verdad,
y el corazón palpita sin pensar;
cuando objetivo alguno hay,
y nada se desea alcanzar;
Entonces, hay que sacar las fuerzas,
para poder una mirada dar,
pues aunque la vida renazca,
como regalo no se verá.
Entonces, aunque la esperanza no exista,
para así poder el timón llevar,
para caminar sin miedo y sin ira,
para tener un lugar donde llegar.
Entonces, hay que tomar decisión alguna,
de hacer o no hacer frente a la dificultad.
de quedarse sin mirada y sin vida,
aunque el corazón palpite sin piedad.
Entonces... hay que ser... o no ser,
ser uno mismo o querer siempre depender,
mas si se elige el camino siempre fácil,
en ningún momento podremos aprender.
Entonces... la vida... el momento sigue,
y uno decide si querer o no quererlo perder,
mas una mirada, una palabra, un suspiro,
hacen de este segundo un verdadero placer.
Mas la vida... el momento... no es nada fácil,
mas ni un segundo es mejor perder su tener,
mas si no existe esperanza ni fe alguna,
el empeño, tal vez, pueda costar obtener.
Lo que sí está en nuestras manos,
es cambiar el momento por un mejor existir,
pues es sólo y cada uno de nosotros,
quien decide en este mismísimo momento elegir.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester