No, no deseo que me sigas,
no quiero darte mal ejemplo,
mis risas son contadas,
y cada lágrima, un deseo.
No deseo que me hables,
que me digas un te quiero,
que me abras más la herida,
una herida de amor incierto.
No deseo que me calles,
pues tu silencio son espinas,
espinas que se clavan en el alma,
un alma que no tiene esperanza.
No deseo que me desees,
tan sólo quiéreme sin desearme,
tan sólo soy rosa frágil,
cuyos pétalos secos renacen.
No deseo que me mientas,
tan sólo deja pasar mi presencia,
pero no me digas más mentiras, no,
pues no respondo de mi misma.
No deseo que me trates,
tan sólo olvídame y vive,
pues el vivir no es lo mío, no
y tan sólo puedo dañarte.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester