Aún nos queda la madrugada, para anudar nuestras manos y sueños, nuestros cuerpos fusionados, y la realidad pasional en los brazos.
Aún nos queda un hálito de locura, aprovechando la dulzura y el encanto, haciéndose énfasis en cuanto hallamos, perdidos, ansiosos, tal vez extasiados.
Aún nos queda el fuego de los besos, el deleite de una mano en tus partes, acariciándonos tal cual dos enamorados, y yo, sin pensarlo, me dejo llevar, sientiendo que tú y yo, podemos amar, y dejándome llevar tal cual las olas del mar.
Aún nos queda el cálido sabor del deseo, sí, ese deseo que penetra y seduce mi cuerpo, ese dulce remanso de calor en mi lecho, y las noches y las madrugadas sin límites, que nos hacen devorarnos cada segundo estrechados, silenciando cada cual nuestro encuentro, aprovechando cada parte de que estamos hechos.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester |