También tú, Calandria, llegaste sin buscarte,
y ahora, que nuestros caminos se han cruzado,
depende de ambas el seguir caminando,
o dejar que ambas caminemos por separado.
También tú, Calandria, llegaste sin buscarte,
tal vez porque lo bello y tierno nace en el instante,
porque la amistad y el cariño se hallan sin llamarse,
pues tal vez el destino haya predispuesto encontrarse.
También tú, Calandria, llegaste sin buscarte,
y por ello agradezco y deseo no perderte,
pues cuando dos personas comienzan a conocerse,
es mejor mantener la cercanía y no distanciarse.
También tú, Calandria, llegaste sin buscarte,
y es ahora, en este mismo segundo, en este hallarte,
cuando espero y deseo poder tu bienestar desearte,
y que tu día sea bello y un gran regalo el despertarte.
Con cariño, Rosa.