Esas manos que denotan trabajo,
las que realizan gran y buen trato,
las que dejan ternura y cariño,
las que acarician la piel con tino.
Esas manos que agrandan el valor,
las que, sin pensar, hacen su acción,
las que no cesan de vivir sin temor,
las que suavizan deseos con su son.
Esas manos que dejan gran calor,
las que, frías, llegan a sentir amor,
las que precisan compañía y don,
las que desean y son pura pasión.
Esas manos que arrugan el temor,
las que, el tiempo, hacen pura facción,
aquellas que no ensucian su dolor,
las que posan en lugares sin visión.
Esas manos que sienten traición,
las que viven el tiempo en esplendor,
aquellas cuya sangre fluye sin fricción,
las que sellan deseo, sueño y ardor.
Esas manos que rompen destino
las que, desnudas, abrigan ilusión,
aquellas que son testigos de sucesión,
las que son pura verdad y testigo.
Esas manos que no entienden camino,
las que tienen marcas y huellas de don,
aquellas cuyas venas son algo divino,
las que seducen, atraen, abren corazón.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester