Tendré que aceptar que la amistad se acaba,
que el amor se limita a sólo palabras,
que la sinceridad y la honestidad resbalan,
que el silencio y el refugio es quien gana,
y la posibilidad de la alegría una añoranza.
Tendré que aceptar que la voluntad cesa,
que el equilibrio se rompe aunque dé pena,
que la añoranza es mala para quien ama,
que la victoria existe si el alma no engaña,
y el valor y el deseo en todo se apagan.
Tendré que aceptar que el silencio llega,
que la soledad y el hastío recelan,
que la verdadera huella camino deja,
que la cobardía a abandonar lleva,
y el coraje y empeño, sus horas ciegas.
Tendré que aceptar que la falsedad acecha,
que corazón abierto y limpio nada recela,
que disimular y poner máscaras es reserva,
que el temor, su causa y motivo rellenan,
y que la traición es la peor de la fe ciega.
Tendré que aceptar que la confianza vela,
que confiar y amar sus alas mejor no desplegar,
que una mirada, una palabra, puede ser buena,
si el hecho y la acción son lo que demuestra,
y que la creencia sólo existe en la marea.
Tendré que aceptar que la maldad suena,
que rompe el alma y cuanto son hubiera,
que, aunque la sinceridad sea mi fiel compañera,
que, aunque me hunda de lleno en soledad sincera,
puedo aceptar que, en realidad, a nadie tenga.
Tendré que aceptar que la ilusión muera,
que los días pasen sin que ningún sentido tengan,
que se puede querer en la distancia y no a medias,
que para recapacitar no hace falta lejanía ni dejar,
y que para amar de verdad, la mentira deja su andar.
Tendré que aceptar que ... de palabras no se vive,
y que me falta mucho por aprender y caminar.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester