VER LA ESTRELLA
Una sabia frase dice: “Cuando el filósofo señala la Luna, el tonto
se fija en el dedo”. Esta máxima también interpela acerca de
cómo estamos viviendo el Misterio de la Navidad o Natividad del
Señor. La Navidad es un poderoso centro que irradia luz, no sólo
por las luces y sus decorados que adornan nuestras casas y
ciudades, sino porque es posible vivirlo como luz en nuestro
interior que luego reflejar en nuestro entorno.
Las luces navideñas que adornan y engalanan el ambiente
solo apuntan a algo más grande y específicamente a
“Alguien”, ellas son el “dedo” que
señala lo esencial, ubicándonos en dirección de Jesús, el Mayor
e inmejorable regalo que Dios Padre dado a los hombres.
Así vivieron los Sabios de Oriente o Reyes Magos ese “natural
y luminoso alumbrado también público, que iluminó su sendero hacia
el encuentro con El Camino, la Verdad y la Vida” y que con seguridad
ni París, Madrid o Bogotá con sus despilfarrados millones en
alumbrado lograrán ofrecernos con un sentido y significancia
tan real y vital para el ser humano.
Los Sabios se dejaron guiar por una estrella, por su brillo,
pero no se quedaron en ella, trascendieron su contemplación
hasta encontrar a Jesús, la razón; “toda luz noble que evite
distraernos se detiene en Él”. Jesús es lo definitivo, la razón por
las que emprendimos nuestras búsquedas o nuestros éxodos
humanos, y Navidad no es más que la ganga anualmente
ofrecida donde Él quiere ser encontrado por quienes viajamos
de lejos interiormente en nuestra lejanía de Dios como los
Magos o quienes están tan cerca con su espíritu de pobres
como los nobles y humildes pastores. Para quienes nos
sentimos lejanos o cercanos puede haber navidad.
Nuestras decoraciones señalan hacia una verdad histórica
no filtrada por wikileaks porque es un secreto a voces que
vergonzosamente tratamos de enmudecer, a veces parece ser
un grito de Dios que nos atormenta, una buena noticia desoída
pero siempre novedosa para el sabio y necesitado, es un cable
del Corazón mismo del Padre Misericordioso para el corazón
humano necesitado de verdad: "Tanto amó Dios a nuestro mundo
que nos envió a su Hijo amado para nuestra
salvación" (Jn 4, 16).
Los cristianos y ciudadanos somos muy desdichados e ignorantes
cuando nos quedamos embobados en luces exteriores, cuando
nos preocupamos excesivamente por un árbol bien iluminado,
cuando nuestras celebraciones y parrandas ignoran la verdad
histórica e intima celebrada, Sí, definitivamente comeremos de
lo que cae de la mesa, el sobrado, si en este tiempo no nos
iluminara algo más que nuestras estrellas fugaces,
continuaremos siendo ignorantes y tercos si volvemos a
ser incapaces de experimentar hondamente el sentido de
tantas luces y celebración;
“Encontrarnos con la Luz del Mundo, con Jesús Nuestra Navidad”.
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