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Aún vivo en la mañana de memoria ya lejana cuando, fresca y lozana, hasta mí llegó tu voz.
Y un claro almendro en flor fue testigo de mi amor. |
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En tus ojos color miel navegó tierno bajel, con los sueños bajo piel de tu tímido amador.
Y un dormido almendro en flor fue testigo de mi amor. |
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Una noche de verano tomé yo tu dulce mano y mi boca en gesto vano la besó con tierno ardor.
Y un secreto almendro en flor fue testigo de mi amor. |
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Yo fui ciego hasta ese día, pues mis ojos no sabían que, en la noche oscurecida, brillaría tal albor.
Y un sabio almendro en flor fue testigo de mi amor. |
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