Yo quise subir a una montaña,
pero en su ladera me quedé o estoy,
quizás porque no toque llegar a la cima,
tal vez porque en ella ya no haya ilusión.
Yo quise subir a una montaña,
pero caí en el intento de llegar a su fin,
quizás porque el fin sea la subida misma,
tal vez porque el fin sea seguir y seguir.
Yo quise subir a una montaña,
y quiero por qué no llegar a ver su matiz,
poder saborear de cada pedazo de tierra,
oler el monte y no poner pegas para subir.
Yo quise subir a una montaña,
aunque esfuerzo cuesta en su ladera seguir,
pues obstáculos y pegas hay en su camino,
quizás porque la vida sea salvarlos y ver el fin.
Yo quise subir a una montaña,
pues en ella veo el reflejo de vida asumir,
al principio, en su pie, la infancia desnuda,
y más tarde la ladera que exige madurez.
Yo quise subir a una montaña,
aunque su cima será ya el fin de mi fe,
pues la cima es el final del camino, la llegada,
y en ella sólo queda disfrutar y la vida acabar.
Yo quise subir a una montaña,
aunque quizás en la ladera me quedé,
tal vez no he subido lo suficiente,
para darme cuenta que existe belleza y saber.
Yo quise subir a una montaña,
y tal vez sin fuerzas lo hago sin un porqué,
quizás porque sea eso la misma existencia,
para saber que su subida es un inmenso placer.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester