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General: UNA BROMA CARA.!
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: ♥ SuaveQuel ♥  (Mensaje original) Enviado: 17/03/2013 19:29
 

 

Una broma cara

 

 

El emperador de la Dinastía Zhou, You Wang, tenía una

concubina favorita llamada Bao Si.

 Era preciosa y muy delicada, de incomparable hermosura.

 Pero no sonreía nunca.

Quizá precisamente por la eterna melancolía y la seriedad

impasible de su cara parecía más bella y eclipsaba a las demás

damas del palacio que siempre trataban de congraciar al

emperador con la sonrisa más dulce del mundo.

El monarca estaba profundamente enamorado de la

melancólica mujer, tratando de deleitarla con todo lo que

 podía, a fin de ver una sonrisa en su cara.

Le regaló seda y joyas, la acompañaba en suculentas cenas

con música y baile, le contaba chistes de todos los colores,

pero nada podía hacerle sonreír.

En el esfuerzo de llenar el abismo de su amargura, el

monarca le concedió la mayor distinción nombrándo la Primera

Dama del Imperio Zhou, pero resultó también en vano.

Obsesionado por ver al menos una moderada expresión de

dulzura, el emperador hizo público el decreto de pagar mil

monedas de oro a quien lograra provocar, de la forma que

 fuere, una sonrisa de su enamorada.

Desfilaban entonces ante la inmutable seriedad de la dama

 los mejores cómicos que podían matar de risa a cualquiera,

y los lisonjeros más hábiles que podían ruborizar las fibras

 nerviosas más insensibles. Pero nada ni nadie, ni siquiera la

exposición de las cosas más exóticas del mundo, podían

borrar la tristeza de su expresión.

Al ver la desesperación del emperador, se presentó un día

 un ministro servil y adulador, diciendo que tenía una artimaña

 infalible para provocar la son-risa de la mujer más bella del

 mundo. Quería gastar una gran broma a los generales del

 ejército de los reinos y condados federados ante la

presencia de la Primera Dama.

Había en aquella época unas atalayas a lo largo de unos altos

 muros de defensa, que servían para enviar señales de

emergencia ante cualquier invasión enemiga. Para convocar

 al ejército, se encendía leña en esas altas plataformas para

que la luz del fuego comunicara la proximidad del enemigo.

Si era de día, quemaban el excremento seco de lobos que

 producía una columna de intenso humo, cumpliendo el mismo

 objetivo.

Las tropas del imperio acudían rápidamente para combatir

contra los agresores. Era un sistema de comunicación

 exclusivamente reservado en caso de guerra.

Pero esa noche, el emperador y su dama se sentaron en la

puerta este de la capital, en medio de luces, manjares y

 música.

El ministro adulador ordenó prender fuego a la leña de la

primera atalaya en señal de guerra. Pronto apareció fuego

 en otras atalayas, sucesivamente.

 Las tropas del imperio no tardaron en llegar, conducidas por

veloces caballos y rápidos carros de guerra, al mando de

enérgicos generales.

Pero, cuando llegaron, se extrañaron al comprobar que

 ningún ejército enemigo estaba atacando la capital.

 Mayor fue su sorpresa cuando vieron la sonrisa que

 iluminaba la bella cara de la complacida concubina y las

carcajadas del monarca. Los generales se retiraron

 indignados. Así logró el emperador Zhou ver la primera

 sonrisa de su bella dama. Pero eso le costó todo un imperio:

se produjo una verdadera invasión enemiga al cabo de unos

 meses y ningún general acudió creyendo que se trataba de

 otro capricho de la corte para hacer sonreír a la

" Primera Dama".

 

 

    
 
 



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