Las Personas Buenas
Saben madrugar con el Sol y saludan con Amor cada amanecer,
están alegres, activos y optimistas.
Hablan poco y con sencillez; no hablan mal de nadie; elogian,
estimulan y sirven sin interés.
Tienen para los demás un buen deseo; no hablan de si mismo.
Saben perdonar, no maldicen, no mienten, no engañan,
ni exageran, ni te averguenzan.
Procuran ser pacientes y humildes; hacen en algo la felicidad de otros,
conceden la razón y no disputan, reconocen sus errores y sus limitaciones;
no se creen sabios ni poderosos ni mejores que los demás, no humillan,
ni acusan, ni dañan, ni subestiman, ni censuran la moral ajena.
Son sinceros, leales y agradecidos; no revelan secretos ni propios
ni ajenos; no ridiculizan, ni maltratan; saben mirar y sonreír como
los niños; no ponen asechanzas, ni subyugan, no gritan ni amenazan;
saben usar sus manos solo para aliviar, enseñar y bendecir.
No dicen todo lo que saben; aprecian a los demás y cuanto hacen,
no son avaros ni envidiosos; actuan con serenidad y con decoro.
Se adaptan a todo y a todos, no hacen chismes, saben callar y no
se meten nunca en vidas ajenas; aman a su cónyuge y no le ponen rival.
En la prosperidad no se envanecen ni la desgracia los abate.
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