No hay recuerdos
en mi vida,
tan solo el
presente que se me destina,
esperando tal vez,
pero avanzando,
caminando por la
senda de la esperanza.
No hay recuerdos
en mi vida,
tan solo el
momento que vivo cada día,
el ayer que quizás
a lo mejor me tortura,
y que mañana podrá
ser o no mejor fortuna.
No hay recuerdos
en mi vida,
tan solo el sentir
de mi palpitar sin prisa,
comenzando a volar
en la inmensidad divina,
tratando de
entender el sentido de mi rutina.
No hay recuerdos
en mi vida,
tan solo una línea
continua sin penas ni alegrías,
sintiendo el calor
del sol y la palabra amiga,
y que hoy desea y
siente que el amor abriga.
No hay recuerdos
en mi vida,
tan solo el temor
que tanto me limita,
el dolor de no ser
lo suficientemente alegría,
y que, con mis limitaciones,
intento nueva guía.
No hay recuerdos
en mi vida, no,
tal vez porque la
vida sea sólo pura rutina,
por no haber
aprovechado un minuto del día,
tal vez porque la
ignorancia era quien sonreía.
No hay recuerdos
en mi vida, no,
no hay importancia
ni sosiego que yo siga,
hay proyectos
ahora, sí, hay deseos,
de que la vida sea
algo más que una cosa fría.
Autora: Rosa Mª
Villalta Ballester