Enamorarnos en la madurez
En la edad madura, enamorarse no es igual que en la juventud.
Se va logrando poco a poco, priman al principio muchos temores,
como es el miedo a fracasar.
Se teme perder la libertad alcanzada en años de soledad.
Se teme la convivencia diaria. Puede ser que el otro nos agrade,
pero por desgracia ya no somos esos jovencitos que solo
se dejaban llevar por sus instintos.
Ahora se analizan pro y contras antes de dar cualquier paso.
Incluso en el caso de parejas separadas con hijos, la opinión
de ellos es importante para avanzar en la nueva relación...
En la juventud era mas fácil aceptar, al menos aparentemente,
los pequeños defectos del amado, en cambio ahora cobran
gran importancia las diferencias llegando a primar incluso
sobre el amor.
Ya no existe el amor ciego, pues por el temor a equivocarse
en la elección se pone especial énfasis en cada diferencia
de opinión.
Dialogar y dialogar es lo único que puede servir en estos casos
en donde se piensa cada cosa con el amor que se siente,
pero sopesando si es posible llevar una buena convivencia
en el futuro, donde prime el respeto y la aceptación.
En el caso de un compromiso perdurable las reconciliaciones
son mas pensadas y no se solucionan para nada con besitos,
arrumacos y aun menos con relaciones intimas.
Volver a enamorarse, no es algo difícil en realidad, lo complicado
es tomar la decisión de concretar una nueva aventura de ceder
espacios, como por ejemplo el lugar de la cama, el control de
la televisión, las posibles manías contrarias a las propias.
Aunque en algunos casos se reconozca que al dormir se ronca,
es verdaderamente complicado sentir los ronquidos de
alguien distinto, lo que implica un amor perdurable, lleno de
ternura y tolerancia.
Se trata de sopesar mas lo positivo que los pequeños detalles
que cuestan aceptar.