... Y aquel
día vi una estela,
cuando la
confianza vino a mí,
cuando la
esperanza marcó su curso,
y pronto
supe que mi mano se puede asir.
... Y aquel
momento marcó un devenir,
que, tal
vez, afecte a mi porvenir,
que, tarde o
temprano, ha de salir,
y, cierto o
falso, me hace por fin seguir.
... Y
aquella mirada fijó un surgir,
pues, acaso,
nada de ella se esperaba,
pues, acaso,
apagada con la madrugada,
pero, en el
fondo, más fresca para elegir.
... Y aquellas
ilusiones tan derrochadas,
mientras
pasaba el tiempo sin aprovechar,
mientras la
vida atravesaba su manifestar,
mientras ...
la utopía marcaba su existir.
... Y
aquellos besos tan añorados,
que, pronto
o tarde, fueron abandonados,
que, en
realidad, han sido presenciados,
que, en su
vibrar, fueron más que elixir.
... Y, de
pronto, la vida nace nuevamente;
cuando tú y
yo somos el nosotros con sigilo,
cuando el
monte y el mar son causa divina,
cuando el
horizonte, de nuevo, vuelve a surgir.
... Y, ante
la inestabilidad e irracionalidad,
ante la
locura y, posiblemente, ansiedad,
ante
diversos caminos que dan oportunidad,
la lógica y
sentimientos perduran su devenir.
... Y, ante
la duda y la inamovilidad,
ante los
malos presagios y falta de serenidad,
ante la
falta de voluntad y la falsedad!,
¡una y otra
vez, cada segundo, su mucho morir!.
... Y es que
el sol y la luna, tan opuestos,
hacen ver la
realidad de nuestros deseos,
mas, en el silencio de corazón tierno,
¡hacer cada
sueño y fantasía su bello vivir!.
Autora: Rosa
Mª Villalta Ballester