Yo siempre estoy ahí,
para aplacar tu soledad,
para secar tus lágrimas,
para sacarte una sonrisa,
para iluminar tu mirada.
Tú, aunque no lo creas,
me das fe y paz en vivir,
creas ternura y abrigo,
me proporcionas cobijo.
Yo veo en ti gran dulzura,
mas deseo tu presencia,
no importa cómo sea,
mas el tiempo es belleza.
Tú, aunque no te veas,
tienes mucho que decir,
muchas cosas que aportar,
mucha cuerda para dar.
Nosotros, tan diferentes,
tan distantes al principio,
nos unió un sólo camino,
principio de un gran alivio.
Nosotros desconocíamos,
nuestro cariño y sentido,
mas ahora en el presente,
nada nos separa ni detiene.
Tú, que tan callada estabas,
nos unió la palabra y confianza;
mas nosotros, con el corazón,
hablamos con emoción y gracia.
Yo, que tanto andar me costaba,
mis primeros pasos dando voy;
nosotros, con nuestros latidos,
somos el vivo ejemplo del amor.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester