REGALAR SONRISAS
Hoy
he aprendido una lección muy importante. Algo que no se puede plasmar así como
así en un papel ni expresar fácilmente con palabras.
He
aprendido a que no soy una persona que tenga grandes capacidades, pero sí la
voluntad de adquirir nuevas experiencias.
Que
soy libre de elegir en mi vida: salir de un pozo sin fondo o caminar hacia la
cura.
Que
elegir es voluntario, es algo que se tiene que realizar y que tiene por tanto
unas consecuencias.
Hoy
he aprendido que no soy lo más importante, sino que hay personas más
importantes que yo, más entregadas que yo, más voluntariosas que yo.
Que
hablar es bueno si se hace con mesura pero el exceso es nocivo y aburrido.
He
conocido niños con falta de riqueza material pero repletos de una inmensa
riqueza de corazón.
Soy
inmensamente rica por contar con personas que me ayudan a caminar y me enseñan
pasos que dar.
Soy
feliz por contar con personas a mi alrededor, por tener un día más de vida, por
derramar lágrimas quizás en demasía, pero sobre todo por aprender que una
sonrisa vale más que mil palabras.
Hasta
ahora, siempre he sentido tristeza, apatía, desolación, hastío y no he dejado
de reflejarlo y expresarlo; sin embargo, ¿qué aporto así a la vida?
Nada.
¡Qué pena no dejar un rastro de luz, un reflejo de alegría!
Quizás
cueste sacarla, quizás, escondida se halle, pero encontrarla, sacarla hacia fuera,
es algo tan bello y valioso que no tiene precio.
Me
doy cuenta de mis errores y me gusta aprender de ellos. Tengo demasiados
defectos, el más grave quizás el no sonreír, el estar siempre triste. ¿Motivo?.
Ninguno.
No
hay médico, ni psiquiatra, ni psicólogo ni terapeuta ni persona con doctorado o
máster que me haya enseñado esta lección tan maravillosa como es el de regalar
sonrisas. No, ni un libro ni un experto me lo han enseñado.
Me
lo han enseñado dos personas especiales para mí; dos auténticas compañeras de
viaje a las que he arrastrado con mi tristeza y mi derrota.
¡Me
he sentido tan mal haciéndolo pasar tan mal! Que ahora lo único que deseo es
eso: regalar sonrisas sin más.
No
importa a quién, no importa dónde, no importa que sea de mí misma. Lo
importante es regalarla.
Las
sonrisas son estelas que van dejando un rastro de luz y un mensaje de cariño
que no tiene precio alguno.
Regalar
sonrisas es el mayor placer que se puede obtener tanto más si tras una de
ellas, sientes y ves que siguen las demás.
Sonreír,
es vivir, aceptar, cambiar; sonreír es dar vida a alguien a tu lado está.
Llevo
casi un mes con lamentos y tristezas, con ganas de dejarlo todo, conviviendo
con alguien que me proporciona paz y alegría.
Aseguro
desde lo más profundo de mi alma que no hay mayor mal que ver sufrir a una
persona por herirla y hundirla o arrastrarla hacia la infelicidad.
Aseguro
que hoy aprendo a que regalar sonrisas es el mejor tributo que se puede demostrar
a Dios, por hacer que en este día, se puedan proporcionar.
Autora:
Rosa Mª Villalta Ballester