Quizás,
cuando llueva, mi corazón cambie,
cuando se
apacigüe la tormenta que estalla,
cuando sólo
un son bello acaricie el alma,
cuando halle
la ventura que fue rota y sana.
Quizás,
cuando amanezca, el sol salga fuera,
para ver la
claridad de ideas que se niegan,
para
advertir que a la vida sin querer se llega,
para sentir
en cada uno de los poros su belleza.
Quizás,
cuando muera, algún corazón llore,
tal vez sea
una marcha ya tan fielmente ciega,
tal vez
calle la mente que ferozmente riega,
tal vez
amanezca la vida que ahora se niega.
Quizás, cuando
sienta, oscuridad compañera,
por un amor
que no llega y que mana sincero,
por un vacío
que silencia la vida completa,
por un dolor
que no cura ni esperanza deja.
Quizás,
cuando crea, sea la confianza entera,
sin tapujos,
vacilaciones, con esperanza llena;
sin
humillaciones, falsedades, sin gran pena;
sin tiempo, sin distancia, sin tristeza siquiera.
Quizás, cuando suspire, sea de placer inmenso;
o de
melancolía acumulada a lo largo de tiempo;
o de ternura
inmensa al sentir el alma contento;
o de dureza
y agonía por vivir y estar muriendo.
Quizás,
cuando anhele, sea abandonar encuentro;
soledad sometida
tras años de intentar vuelo;
realidad
amarga que aprieta como si fuera hielo;
frialdad
conseguida por querer y obtener freno.
Quizás,
cuando mi existencia sea recuerdo,
cuando ya
nadie recuerde ni un paso que di ciego,
cuando ya no
exista dolor ni tristeza inmenso,
tal vez, perdure
algún paso que di por algo bueno.
Quizás,
cuando ya no retorne ni exprese silencio,
cuando ya
nada haya que ver en el firmamento,
cuando el
corazón y el alma al fin cierren puerto,
entonces,
tal vez, alguien halle en mí algo pasajero.
Autora: Rosa
Mª Villalta Ballester