Me cierro
cada vez más;
mi corazón,
hecho pedazos,
no abre su
ventana ya;
mi
pensamiento ciego,
no sabe ya
qué pensar.
Me cierro
con más ahínco;
para
proteger mi alma,
que, rota y
humillada,
no puede
hacer frente,
a la
indiferencia y maldad.
Me cierro cada
vez más;
para no
tener que nada ver,
para no
sentir daño ni dolor,
para no
herir ni ser herida.
Me cierro
con más ahínco;
para no
dañar ni ser dañada,
para no caer
en la confianza,
para no
esperar jamás nada.
Me cierro y
nada deseo;
con mi
concha siempre coraza;
nada espero
de la vida inmensa,
que supongo
belleza deja.
Me cierro y
jamás me abro;
ya no,
abrirme es algo vano;
la
transparencia, desespera;
la
sinceridad, a nada bueno lleva.
Me cierro
sí, más no hay llave
que alguien
pueda coger;
pues la
llave de mi corazón,
tan sólo va
a ser mía;
la de mi
alma, ya muy herida,
ni hay llave
ni será querida.
Me cierro
con candado, inmensa;
ya jamás me
abriré ni abriré;
ya nunca
deseo ser confiada,
pues en el
abismo me dejo caer.
Ya no habrá
puerta abierta,
ni ventana
por la que poder ver;
ya no habrá
alegrías ni sombras,
pues con las
puertas bien cerradas,
ni daño ni
desilusión podré hacer.
Autora: Rosa Mª Villalta
Ballester