Venus es la diosa del deseo; por eso es posible que el origen de este nombre esté en la raíz sánscrita van, que significa precisamente deseo, y que da lugar al verbo de movimiento venire, con el que también se asocia este nombre. Es excesiva su antigüedad para que podamos darle alcance. La misma diosa aparece con distintos nombres en todas las culturas. Y es que ¿cómo puede un pueblo desarrollarse en plenitud si no diviniza el amor y el deseo?.
Pero el pueblo no se conformó con una diosa ten celeste y lejana. La prefería más cerca, más parecida a lo mejor de sí mismo, a sus anhelos, a sus ideales, a su deseo. Así se transformó Venus en la diosa de la gracia y de la belleza, en la belleza misma
Es ciertamente una feliz elección la del nombre de Venus: es honrar en el nombre lo que de mejor ha ido teniendo la mujer a lo largo de las culturas, es cultivar en sí misma el más alto ideal de mujer.
Es todo un reto llamarse Venus.