La sirena azul
Érase una vez una sirena de color azul, que es, en realidad, el color de todas las sirenas reales. Esta sirena estaba siempre triste y solitaria, como también lo han estado siempre, y descansaba en el confín de la tierra, allí donde nadie había llegado jamás, y allí de donde ella no se movía nunca.
Era aquel su lugar de descanso, tanto en invierno como en verano, y era allí donde lloraba todas sus penas, donde peinaba todos su pelos, y donde nacía eso que nosotros llamamos el mar.
Eso es el mar – por si no te lo han dicho nunca. El mar azul no es otra cosa que el pelo ondulado y azul de la triste sirena, mezclado con cada una de las lágrimas derramadas por culpa de un amor marinero que la abandonó, y que la cambió por salir del mar y volver a la tierra con los suyos…
Y allí sigue él, olvidándola cada día que pasa… Y allí sigue ella, llorando a diario, acariciando aquella caracola donde puede oír su voz cada vez que la acerca a su oído.