No. Silencio. Ahora dejadme.
No deseo escuchar palabras,
tan sólo hallarme en calma.
No tengo ya más fuerzas,
para curar heridas halladas.
No puedo tener esperanza,
al apagar deseos y confianza.
No. Silencio. Ahora es tarde.
Para vislumbrar un horizonte,
para creer un mejor presente,
para alivio poder presentarse.
Sin razón alguna para alzarme,
sin sensación de interesarme.
No. Silencio. Ahora olvidadme.
Nada llevo sino una gran ira,
que daña y deja sin compañía.
Nada dejo para que algo sirva,
sino una extraña melancolía.
Nada tengo sino solo cobardía,
que me deja atrás de la alegría.
No. Silencio. Ahora es innegable.
Que no hay verdad ni fe latente,
que sólo palabras son frecuentes;
que nada hay que haga fuerte,
mas que la voluntad y la mente.
Que tras algún mal incidente,
el corazón tanto más se protege.
No. Silencio. Ahora respetadme.
Nada hay en un corazón frío;
nada que pueda en él cobijarse.
Nada hay que busque el cariño,
cuando no existe mas que desatino.
Nada hay que poder alcanzar,
cuando no hay deseo de vida forjar.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester