JULIO
Virgilio se encargó de dar a los Julios el origen más noble que pudiera imaginar un romano. Los hizo proceder de la misma epopeya de Troya, de la que salió el piadoso Eneas, hijo de Afrodita y Anquises, con su hijo Ascanio, llamado también Julus, del que procedería la Gens Julia a la que pertenecía César, y por adopción Augusto. Es el nombre del séptimo mes del año, que antes se llamaba quirinalis y era el quinto de los instituidos por Rómulo. Marco Aurelio cambió este nombre por el de Julius en honor de Julio César, reformador del calendario romano. El nombre de Julius, que ya tenía una gran extensión por lo ramificada que estaba la Gens Julia, se extendió más aún al adoptar el gentilicio del emperador muchos esclavos imperiales al ser manumitidos.
VÍCTOR
El nombre procede del latín victor, es decir, victorioso y ha dado lugar también a Víctores, Victorio, Victorino, Victorianio. Comparte la raíz con vincens, que nos ha dado Vicente y Vicencio (adaptación del italiano Vincenzo). Tienen ambas formas en común, que proceden del mismo verbo vincere (vencer). Siendo la única diferencia entre ambos que, mientras vincens es la forma del participio presente del verbo, víctor hace referencia a una cualidad permanente. Fue un nombre muy popular durante los primeros siglos del cristianismo, pues de este modo se quería honrar la victoria de Cristo. Pero en la edad media disminuyó mucho su uso, para volver a experimentar un gran auge y extenderse por toda Europa a partir de la Revolución francesa. En el siglo XIX, con la exaltación del patriotismo, volvió a tener un notable resurgimiento. En el siglo XX ha habido cierto retroceso, pero en cambio su femenino Victoria, está en pleno vigor.