Mi maestro …
el que, de tormentas, aplacar;
el que, con voluntad, enseñar;
el que, con calma, esperanza;
el que, en la lejanía, cercanía;
con quien crezco en confianza.
Mi maestro …
ése que espera cada momento;
quien no abandona su empeño;
quien proporciona conocimiento;
el que cambia cualquier lamento;
quien, su objetivo, todo un reto.
Mi maestro …
a quien no me une ningún afecto,
sino el trabajo hacia la iluminación;
quien, de cada instante, provecho;
a quien me dirijo con todo miedo,
recibiendo claridad y gran sosiego.
Mi maestro …
quien, con toda comprensión, …
… me trata de mostrar la verdad;
quien, ante mi visión errónea, …
… intenta la mirada transformar;
quien, ante la ira y la rabia, …
… sabe su canalización mostrar.
Mi maestro …
aquel que, buscando una ayuda,
se cruzó en mi oscuro camino,
sintiendo en él algo desconocido,
que me llevó a seguirle sin duda;
aquel que un día puede hallar …
… quizás el destino … casualidad.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester