Procede de un nombre gentilicio de la localidad italiana de Adria o Hadria, que en otro tiempo fue un puerto marítimo en el Adriático, que dio nombre a este mar y que hoy está separado de la costa unos 20 km debido a los rellenos fluviales. Asimismo el nombre del lugar procede del latín Ater, sombrío, negro como el carbón. La forma latina de este nombre es Adrianus, de la que hemos derivado Adrián, Adriano y Adrión, que pueden escribirse también con h. Tiene dos formas femeninas: Adria y Adriana.
Es realmente el de Adrián, en todas sus formas, un nombre evocador de grandeza de ánimo y de buen gobierno. Tanto el propio San Adrián, como el emperador Adriano, y los grandes papas que llevaron este nombre, han dejado su marca indeleble en la historia. ¡Felicidades!.