La vida es hermosa a pesar de los tropiezos que nos brinda,
igual que la mujer es como una rosa, tierna, delicada y sensual
a pesar de las espinas.
Todas son extraordinarias, nos dan vida, nos hacen sentir felices
y nos cautivan,
aunque algunas nos lastiman.
Somos lo que somos gracias a ellas
que en su plan de madres, hermanas o de hijas,
son los seres más preciosos
que ha creado Dios en sus días.
Y ni qué decir de las esposas o amigas que nos quieren,
nos perdonan y nos miman o, nos recogen, nos amasan
y nos tiran,
somos suyos mientras vivan.
JAIRO OYAGA