Un año en que los campos de Inglaterra sufrían una larga sequía,
algunos campesinos decidieron reunirse con el fin de orar
especialmente para que el Señor enviara la lluvia tan necesaria.
El día fijado cada uno se dirigió al lugar de reunión. La pequeña
María llegó llevando un paraguas negro casi tan grande como ella.
- Pero María, ¿Por qué traes ese paraguas en un día tan lindo como hoy?
Sorprendida, la niña contestó:
- ¿Acaso no vamos a pedir a Dios que mande lluvia?
Poco después comenzó la reunión. Mientras todos estaban
arrodillados, empezó a soplar el viento y el cielo se llenó de
nubes oscuras. De repente se desató la tormenta junto con una
fuerte lluvia.
María fue la única que no se sorprendió por la rápida contestación de parte del Señor.
Esa confianza que tenía María se llama FE. Las escrituras sagradas dicen que se debe orar con fe, sin ninguna duda.
Una vez, se le preguntó a una chica: - ¿El Señor escucha tus oraciones?- Ella respondió con una sonrisa:
- Sí, y siempre me contesta. A veces me dice: Sí, otras: No, ó espera un poco más. Pero siempre me escucha.