Hoy estoy sin saber yo no sé cómo, hoy estoy para penas solamente, hoy no tengo amistad, hoy sólo tengo ansias de arrancarme de cuajo el corazón y ponerlo debajo de un zapato.
Hoy reverdece aquella espina seca, hoy es día de llantos de mi reino, hoy descarga en mi pecho el desaliento plomo desalentado.
No puedo con mi estrella. Y busco la muerte por las manos mirando con cariño las navajas, y recuerdo aquel hacha compañera, y pienso en los más altos campanarios para un salto mortal serenamente.
Si no fuera ¿por qué?... no sé por qué, mi corazón escribiría una postrera carta, una carta que llevo allí metida, haría un tintero de mi corazón, una fuente de sílabas, de adioses y regalos, y ahí te quedas, al mundo le diría.
Yo nací en mala luna. Tengo la pena de una sola pena que vale más que toda la alegría.
Un amor me ha dejado con los brazos caídos y no puedo tenderlos hacia más. ¿No veis mi boca qué desengañada, qué inconformes mis ojos?
Cuanto más me contemplo más me aflijo: cortar este dolor ¿con qué tijeras?
Ayer, mañana, hoy padeciendo por todo mi corazón, pecera melancólica, penal de ruiseñores moribundos.
Me sobra corazón.
Hoy, descorazonarme, yo el más corazonado de los hombres, y por el más, también el más amargo.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo me perdono la vida cada día.
Autor del poema: Miguel Hernández
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