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Si siempre busco el bien en cada situación, persona y cosa.
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Si resueltamente le doy la espalda al pasado, sea bueno o malo, vivo únicamente en el presente y futuro.
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Si perdono a todo el mundo sin excepción, no importa lo que hayan hecho; y luego me perdono a mí mismo de todo corazón.
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Si considero mi trabajo o tarea diaria como cosa sagrada, tratando de cumplirla lo mejor posible (gústeme o no).
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Si hago todo lo que está en mi poder para manifestar un cuerpo sano, y un ambiente armonioso en contorno mío.
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Si trato de rendir servicio a todos los demás, sin hacerlo de manera majadera ni fastidiosa.
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Si aprovecho todas las ocasiones de hacer conocer la Verdad o otros, de una forma sabia y discreta.
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Si evito incondicionalmente la crítica, negándome a escucharla o a apoyarla.
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Si le dedico por lo menos un cuarto de hora a la meditación y a la horación.
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Si leo por lo menos siete versículos de la Biblia o un capítulo de algún libro instructivo sobre la Verdad para esta Era.
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Si hago un tratamiento especial diariamente para pedir o demostrar la Comprensión. (Hay o que afirmarla sabiendo que Dios está con nosotros, o encargar a la Señora Maestra Ascendida Nada del Rayo Rubí, como a Las Huestes del Rayo Dorado).
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Si me entreno a darle mi primer pensamiento a Dios al despertarme.
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Si pronuncio el Verbo por el mundo entero todos los días, o bien en nuestros ejercicios diarios, o especialmente, digamos, a las doce del día.
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Si practico la Regla de Oro de Jesús, en lugar de admirarla únicamente. Él díjo: haz a otros lo que desees que te hagan a ti. Lo importante de la Regla de Oro es que la debemos practicar aunque los demás no la
practiquen hacia nosotros. Pero también, no hay regla que no tenga su opuesto, de manera que no permitas que otros te hagan lo que serías tú incapaz de hacerles a ellos
- Si me doy cuenta perfecta de que lo que yo veo no es sino un espejismo, el cual es posible transformar por medio de la Oración Científica.
Para poder demostrar armonía y perfección de todo en tu vida, pregúntate una vez por semana si estás cumpliendo con todos estos puntos.
En donde quiera que se mencione el perdón se puede insertar la oración de la Llama Violeta: “Yo soy la Ley de perdón y la Llama trasmutadora de todos los errores cometidos por mí y por toda la humanidad”. Por supuesto que esto es para los estudiantes que ya conocen las Llamas.
METAFÍSICA
4 EN 1
Vol. 1
Conny Méndez