Poemas de mor,
de soledad, de esperanza
Original de
Francisco Álvarez Hidalgo
Brevería Nº 862
Un viejo tronco seco habrá en mi fuego, rebasará mi copa un viejo vino, un viejo libro para mi sosiego, un viejo camarada por vecino, un viejo perro fiel, con el que juego, mientras que, viejo, acabo mi camino. Y en esta mansa, idílica vejez, tal vez estarás tú, tal vez, tal vez.
Amar, a todo fuego
Como si fuera de cristal me mira, a través, y sin verme. Es un punto lejano que lo llama, sutil, como prendido en alfileres, con la seguridad de que lo amamos, y la inseguridad de si nos quiere. Tal como yo la miro, aquí, a mi vera, aun sabiéndola ausente.
El amor no es la calle de doble dirección, donde las gentes localizan su doble, y continúan sincronizados, hoy y para siempre. Es de un solo sentido, y la persona que pretendes, tal vez no se detiene, aunque te mire y hable, porque tiene la mira más al frente. Lo importante es amar, a todo fuego, contra toda esperanza, sin repliegue. ¿Doloroso? No hay duda; pero amor sin dolor es de juguete. La certeza está sólo de tu parte, sabes que amas, y cuánto. Tus deberes están hechos y son indiscutibles. La otra parte, ridícula o solemne, será siempre un misterio, pese a cuanto te afirma o te promete. Un día se te irá, con cierta excusa; pero si nunca estuvo ciertamente. ¿Recuerdas tus amores del pasado, tan firmes, y absolutos, y perennes? ¿No se desintegraron con el tiempo? El amor, como todo, nace y muere. El tuyo morirá, mas mientras viva, siéntelo intensamente, cultívalo, aunque no te correspondan. Él, o ella, se lo pierden.
Los Angeles, 3 de agosto
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