Cuando nacen los besos en el alma, nacen para buscar a unos besos que buscan a esos otros, sin saber donde están. Y cuando no se encuentran y se funden en uno cada dos, se consume su esencia delicada en un ¡ay! de dolor Esa nota doliente es el suspiro que lanzamos tal vez, y en el aire del suspiro es el aliento del beso que se fue. En mi alma nacen besos que a otros buscan y que mueren así... Yo sé que los que quieren son los tuyos: ¡guárdalos para mí!