La Maestra Soo Shee es la chohán del segundo rayo o Rayo Dorado o Amarillo y es también complemento del famoso Maestro Confucio. También se la conoce como la Señora de la Sabiduría Compasiva. Bajo la dirección de este rayo trabajan todos los filósofos, pensadores, educadores, sabios, líderes religiosos y maestros. Con este rayo también han trabajado San Francisco de Asís y filósofos como Anthony de Mello o Krishnamurti.
La señora o maestra Soo Shee es quien destruye la ignorancia que causa cualquier tipo de sufrimiento. Sólo pueden acceder al trabajo de la maestra Soo Shee aquellas personas capaces de reconocer y compadecerse del sufrimiento causado por la ignorancia de la humanidad y que son valerosas y decididas a la hora de visitar barrios, calles y zonas más humildes para dar una lección espiritual a todas sus gentes.
Actualmente el retiro etérico de la maestra Soo Shee está en el Tibet, lugar y templo cósmico también de Avalokiteswara. Junto a la señora Soo Shee y Confucio forman el Sagrado Triángulo del Saber.
La enseñanza de la Maestra Soo Shee es que cada individuo ha venido a la Tierra con un hermoso Loto para nutrirlo y llevarlo a su plena manifestación. Ahora es el momento para separar la conciencia de todo lo mundano y humano y visualizarse entrando en el gran Loto Dorado de la Sabiduría dejándose fluir por la Luz Dorada que impregne todo el ser.
La manera de conectar con la maestra Soo Shee es a través de la siguiente oración: “Te amo, te bendigo y de doy las gracias por Tu gran servicio a mí y a toda la humanidad. Que la Gran Llama de la Iluminación y la Sabiduría, desde tu retiro del Loto Dorado, se expanda a través del Loto de nuestros seres para bendecir y ascender a toda la humanidad”.
La esencia del Rayo Dorado, dirigido por Soo Shee, se puede encontrar en la obra “Escena y Danza con los Dedos Dorados”, de “La amapola roja”, del compositor ruso Reinhold Gliere.
A la señora Soo Shee se le representa siempre sentada. Sus vestimenta está recubierta de tonos muy dorados con un estilo muy propio de la antigua China. Siempre lleva consigo un abanico en color dorado que cuando se mueve lanza una ligera brisa capaz de eliminar cualquier tipo de sufrimiento ocasionado para la ignorancia de los seres humanos, aportando respiro, calma, sosiego y muchísima paz interior.
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