LEY DE ARMONÍA
La vida
es energía. Cada hombre, mujer y niño que respira, atrae esa
energía dentro de sí por medio de una acción consciente, ya que la inhalación
es atraer a sí desde la Fuente Una —Dios— la inapreciable energía que es su
vida; y cuando un individuo hace esto, se hace responsable ante todo
el Universo por el uso de esa energía que la Deidad le ha prestado.
El aliento en tu cuerpo es tuyo, ya que lo
atrajiste desde el Corazón de Dios. En tu alma interna,
prometiste a Dios que enriquecerías Su Universo si te permitía el uso de
Su vida; y Dios, siendo Amor, accedió a tu
solicitud y te dio (y te sigue dando) todo el amor que requerías con tan sólo
un consejo o condición: que Su vida y energía debe emanar de ti calificada
armoniosamente para bendecir y enriquecer a Su gente, a Su
Universo y a todas sus partes.
Si la energía no es calificada armoniosamente, la Ley
Cósmica que gobierna el Universo dictamina que tu propio Cuerpo Mental Superior
atraerá esa energía de vuelta a tu mundo después de haber cumplido con aquello
para lo cual fuera enviada, y regresará con la misma calificación con que fue
revestida en su viaje de ida, amplificada por vibraciones de igual cualidad que
haya atraído a sí mientras estuvo ausente de tu aura.
La razón para
esto es que el alma evolucionante pueda aprender, primero, la naturaleza de la energía que está utilizando;
y, segundo, que la inteligencia directriz dentro de tu propia alma es una parte
integral de Dios y, por tanto, Dios en acción. La personalidad externa se ve
entonces forzada a aprender —a través de este retorno de su propia energía— que
es más confortable adherirse a la Ley de Armonía y enriquecer el Universo por
medio de la vida que Dios le ha prestado, que sufrir las consecuencias causadas
por el uso ilícito del Aliento Ígneo de Dios.
Extracto y resumen de Discursos del YO SOY para los Hombres del
Minuto (Maestro Ascendido Saint Germain)
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