Himno: HEME, SEÑOR, A TUS DIVINAS PLANTAS
Heme, Señor, a tus divinas plantas, baja la frente y de rubor cubierta, porque mis culpas son tales y tantas, que tengo miedo a tus miradas santas y el pecho mío a respirar no acierta.
Mas ¡ay!, que renunciar la lumbre hermosa de esos divinos regalados ojos es condenarme a noche tenebrosa; y esa noche es horrible, es espantosa para el que gime ante tus pies de hinojos.
Dame licencia ya, Padre adorado, para mirarte y moderar mi miedo; mas no te muestres de esplendor cercado; muéstrate, Padre mío, en cruz clavado, porque sólo en la cruz mirarte puedo. Amén.
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