¿Vino Cristo para abolir o reemplazar los Diez Mandamientos? ¿Están siendo cumplidos y enseñados todos los Diez Mandamientos en el Nuevo Testamento? ¿Se los enseñó Pablo a los Gentiles? ¿Y qué dice el libro de Santiago?
La mayoria de los que dicen que siguen a Cristo creen que todos los Diez Mandamientos fueron abolidos por el sacrificio de Jesucristo. Ellos creen que Cristo vino para “eliminar” esos “duros” mandamientos. Algunos creen que El reinstituyó algunos de ellos. Pero también otros creen que El reemplazó los Diez Mandamientos con un nuevo mandamiento.
Aunque estas personas puede ser que sean sinceras, ellos han sido engañados por el “dios de este mundo” (II Cor. 4:4; Apo. 12:9), que ha usado sus falsos ministros para que los alimente a cucharadas con doctrinas de falsedades (II Cor. 11:13-15).
En lugar de permitirle a la Biblia a que se interprete por ella misma, la mayoria de las personas leen de las escrituras cualquier significado que ya les han dado y que ellos asumen que está correcta. Ellos encubren lo que Cristo dijo en Mateo 5: No piense que Yo he venido para abrogar la ley o los profetas; Yo no he venido para abrogar, sino para cumplir” (vs. 17). Este es el mismo Cristo que profetizó en Isaias 42: “El Eterno se complace por amor de Su justicia; El magnificará la ley y la hará honorable” (vs. 21).
¿Y qué de usted? ¿Le permitirá usted a la Biblia a que se interprete por ella misma? ¿Va a estar usted dispuesto a ir a las escrituras con una mente abierta y apta para ser enseñado, y permitirle a Dios a que le “hable a usted—que le diga Su voluntad—a través de Su Palabra?
Si es así, ya usted se ha separado de la mayoria, de los que Cristo dijo, “Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de Mi. Pues en vano Me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres…Bien invalidáis el mandamiento de Dios, para guardar vuestra tradición” (Marcos 7:6-9).
En Pentecostes, E.C. 31, Dios edificó Su Iglesia en las enseñanzas de Sus apóstoles y profetas (Efe. 2:19-20). Desde ese entonces, aquellos en la verdadera Iglesia han siempre continuado manteniendo las enseñanzas de los apóstoles (Hechos 2:42).
Los apóstoles Pedro y Juan le enseñarón a los Cristianos a caminar como Cristo caminó—vivir la forma que El vivió (I Pedro 2:21; I Juan 2:6). El Apóstol Pablo enseñó a los Cristianos—ambos Judios y Gentiles—que lo siguieran a el como el siguió a Cristo (I Cor. 11:1).
Pues entonces, ¿Enseñó Jesucristo, El Apóstol Principal (Heb. 3:1), los Diez Mandamientos? ¿Le ordenó El a Sus apóstoles a que hicieran lo mismo? En otras palabras, ¿son todos los Diez Mandamientos enseñados en el Nuevo Testamento?
El Primer Gran Mandamiento
Los primeros cuatro de los Diez Mandamientos le enseñan al hombre como amar a Dios. “No tendrás dioses ajenos delante de Mi. No te harás imagen…No tomarás el nombre del Eterno tu Dios en vano…Acuérdate del Sábado, para santificarlo” (Exo. 20:3-8).
En Mateo 22, Cristo resumió estos cuatro, diciendo, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento” (vs. 37-38).
Cuando Satanás el diablo trató de tentar a Jesús mientras que el ayunó en el desierto, Cristo citó el PRIMER MANDAMIENTO: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a El sólo servirás” (Lucas 4:8; Mat. 4:10).
En Juan 4:24, Cristo estaba hablando acerca del SEGUNDO MANDAMIENTO cuando El enseñó que los hombres no pueden usar objetos fisicos, imagenes o “ayudas”—en otras palabras, idolos—para adorar a un Dios espíritual. Como Dios es un Espíritu, Sus seguidores deben de adorarlo a El en espíritu.
Pablo enseñó también el Segundo Mandamiento. “Ni seáis idólatras, como algunos de ellos [los Israelitas durante el Exodos]; según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar” (I Cor. 10:7). La carnalidad mental de Israel no tuvo la paciencia para adorar a un Dios que ellos no podian ver, entonces ellos hicieron un “dios” fisico para satisfacer sus lujurias fisicas. Pero Dios sabía que esto ocurriria. A través de la historia de la humanidad, el hombre siempre ha rechazado a su Creador a fin de adorar Su creación (Rom. 1:18-25).
En Mateo 15, Cristo enseñó contra el quebrantamiento de muchos de los mandamientos de Dios, incluyendo el tercero. “Porque del corazón proceden malos pensamientos, homicidios [SEXTO MANDAMIENTO], adulterios [SÉPTIMO MANDAMIENTO], fornicaciones, robar [OCTAVO MANDAMIENTO], falso testimonio [NOVENO MANDAMIENTO], blasfemias [TERCER MANDAMIENTO]” (vs. 18-19). La palabra Griega usada aquí para “blasfemias” es blesphemia, que quiere decir “hablar mal,” “despotricar” o “difamar contra Dios.” En otras palabras, tomar el nombre de Dios en vano.
Pablo también le ordenó a los Cristianos a no hacer esto. “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas; ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca” (col. 3:8).
El CUARTO MANDAMIENTO—observar el sÉptimo día Sábado—es el especifico que la mayoria de los que se profesan ser Cristianos rehusan obedecer. Muchos asumen que el hombre tiene la autoridad de cambiar el Sábado por cualquier día que les convenga o los complazca a ellos.
Pero Cristo mantenia el Sábado en el séptimo día. Era Su costumbre. “Y El vino a Nazaret, donde se había criado; y en el Sábado entró en la sinagoga, conforme a Su costumbre, y se levantó a leer” (Lucas 4:16). De hecho, el Nuevo Testamento dice que Cristo es “Señor también del Sábado”—no el Señor del Domingo (Lucas 6:5). Cristo dice que El “es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Heb. 13:8).
Pablo siguió Su ejemplo. El enseñó en las sinagogas en el Sábado (Hechos 17:2). Y no solo a los Judios, sino también a los Gentiles. “Cuando salieron ellos de la sinagoga de los Judios, los Gentiles les rogaron que el siguiente Sábado les hablasen de estas cosas…Y al siguiente Sábado se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios” (Hechos 13:42, 44). En el capítulo 18, versiculo 4, Pablo “discutía en la sinagoga todos los Sábados, y persuadía a Judíos y a Griegos.” Algunos preguntan por qué Pablo enseñaba a los Gentiles (que no tenian familiaridad con mantener el Sábado) a reunirse en el Sábado. ¿Por qué no hay evidencia de que el los guió a mantener el Domingo—el supuesto “Día del Señor?”
Ahora fijese en Hebreos 4, versiculo 9: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios.” En los versiculos 1, 3, 4 y 8, la palabra Griega para “reposo” es katapausin. Esta significa descanso. Pero en el versiculo 9, la palabra Griega para “reposo” es sabbatismos, que es una palabra Hebrea—Sabbat, que significa “el Sábado”—combinado con un sufijo Griego—ismos que significa “el mantenimiento de” o “el acto hacer.” Cuando es correctamente traducido, Hebreos 4:9 debe decir, “Permanece entonces el mantenimiento del Sábado para el pueblo de Dios.”
El tema de mantener el Sábado requiere un folleto grande que contenga toda las pruebas dispuestas, pero la observación del Sábado en el Nuevo Testamento es establecido en Hebreos 4:9.
El Segundo Gran Mandamiento
Los ultimos seis de los Diez Mandamiento le enseñan al hombre como amar a su projimo. “Honra a tu padre y a tu madre…No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás…” (Exo. 20:12-17).
Siglos después, Cristo dijo que cualquiera que quiera entrar en la vida eterna debe guardar estos mismos mandamientos: “No matarás [SEXTO MANDAMIENTO], No cometerás adulterio [SEPTIMO MANDAMIENTO], No hurtarás [OCTAVO MANDAMIENTO], No dirás falso testimonio [NOVENO MANDAMIENTO], Honra a tu padre y a tu madre [QUINTO MANDAMIENTO]” (Mat. 19: 18-19). Cristo resumió estos como, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo,” el segundo gran mandamiento (Mat. 22:39).
Años después del sacrificio de Cristo (que la mayoria de los lideres religiosos dicen que abolió la ley), Pablo le enseñó estos mismos mandamientos a los Gentiles convertidos en Roma. “Porque: No adultarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Rom. 13:9).
En Efesios 6:2, Pablo ordenó a los Cristianos a obedecer el Quinto Mandamiento honrando a sus padres. (Efe.6:2). El les ordenó a ellos a obedecer el Noveno Mandamiento: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo” (Efe. 4:25). El observó el Decimo Mandamiento, diciendo, “Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás"”(Rom. 7:7).
El Apóstol Santiago también amonestó acerca del peligro por romper el Decimo Mandamiento. “Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia codicia es atraído y seducido. Entonces la codicia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14-15). El continua en el capitulo 4: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras codicias, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deceáis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestras codicias” (vs. 1-3).
Como usted puede ver, todos los Diez Mandamientos fueron predicados por todo el Nuevo Testamento.
No en balde el Apóstol Juan escribió, “En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos Sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos Sus mandamientos; y Sus mandamientos no son gravosos"”(I Juan 5:2-3).
Tomado de la pagina
http://www.thercg.org/es/articulos/dtnttatc-es.html