Podemos estar seguros de que el apóstol Mateo usó el nombre de Yahweh en su Evangelio. ¿Por qué? Porque escribió su Evangelio originalmente en hebreo. En el siglo cuarto, Jerónimo, traductor de la Vulgata latina, dio este informe: “Mateo, quien también es Leví, y quien de publicano llegó a ser apóstol, compuso primero un Evangelio de Cristo en Judea en el lenguaje hebreo [...] No está suficientemente claro quién lo tradujo después al griego. Además, el hebreo mismo se conserva hasta este día en la biblioteca de Cesarea”.
Puesto que Mateo escribió en hebreo, no se puede concebir que él no usara el nombre de Dios, especialmente al citar de partes del “ESCRITURAS HEBREAS” que contenían el nombre. Sin embargo, otros escritores de la segunda parte de la Biblia escribieron para un público mundial en el lenguaje internacional de aquel tiempo, el griego. Por eso, no citaron de los escritos hebreos originales, sino de la Septuaginta, la versión griega. Y hasta el Evangelio de Mateo con el tiempo fue traducido al griego. ¿Habría aparecido el nombre de Dios en estos escritos griegos?
Pues bien, unos fragmentos muy antiguos de la Versión Septuaginta (o Versión de los Setenta) que en realidad existían en los días de YAHSHUA han sobrevivido hasta nuestros días, y es digno de nota que el nombre personal de Dios aparecía en ellos. The New International Dictionary of New Testament Theology (El nuevo diccionario internacional de teología del Nuevo Testamento), tomo 2, página 512, dice: “Descubrimientos textuales recientes ponen en duda la idea de que los compiladores de la LXX [Septuaginta] hayan traducido el tetragrámaton YHWH mediante kyrios. Los más antiguos MSS LXX (fragmentos) que ahora tenemos disponibles tienen el tetragrámaton escrito en caracteres heb[reos] en el texto gr[iego]. Traductores judíos posteriores del A[ntiguo] T[estamento] retuvieron esta costumbre en los primeros siglos de la era de Cristo”. Por tanto, fuera que YAHSHUA y sus discípulos leyeran las Escrituras en hebreo o en griego, en su lectura encontrarían el nombre divino.
Por eso, el profesor George Howard, de la Universidad de Georgia, E.U.A., hizo este comentario: “Cuando la Septuaginta usada y citada por la iglesia del Nuevo Testamento contenía la forma hebrea del nombre divino, los escritores del Nuevo Testamento indudablemente incluían el Tetragrámaton en sus citas” (Biblical Archaeology Review [Revista de arqueología bíblica], marzo de 1978, página 14). ¿Qué autoridad habrían tenido para otro proceder?
El nombre de Dios permaneció en las traducciones griegas del “Antiguo Testamento” por algún tiempo adicional. En la primera mitad del siglo segundo E.C., el prosélito judío Aquila hizo una nueva traducción de las Escrituras Hebreas al griego, y en ésta representó el nombre de Dios mediante el Tetragrámaton en caracteres hebreos antiguos. En el tercer siglo, Orígenes escribió: “Y en los manuscritos más exactos EL NOMBRE aparece en caracteres hebreos, aunque no en [caracteres] hebreo[s] de hoy, sino en los más antiguos”.
Hasta en el siglo cuarto, Jerónimo escribe en su prólogo a los libros de Samuel y Reyes: “Y hallamos el nombre de Dios, el Tetragrámaton [יהוה], en ciertos volúmenes griegos hasta en este día, expresado en letras antiguas”.

Sin embargo, para este tiempo la apostasía que YAHSHUA había predicho había adquirido forma, y el nombre, aunque aparecía en ciertos manuscritos, se fue usando con frecuencia cada vez menor (Mateo 13:24-30; Hechos 20:29, 30). Con el tiempo, muchos lectores ni siquiera reconocían lo que era, y Jerónimo informa que en su tiempo “ciertos ignorantes, debido a la similitud de los caracteres, cuando hallaban [el Tetragrámaton] en libros griegos, acostumbraban leer πιπι”.
En copias posteriores de la Septuaginta el nombre de Dios fue removido, y en lugar de éste se pusieron palabras como “Dios” (Theós) y “Señor” (Kyrios). Sabemos que esto sucedió, porque tenemos fragmentos primitivos de la Septuaginta que contienen el nombre de Dios y copias posteriores de estas mismas partes de la Septuaginta en las cuales el nombre de Dios ha sido quitado.
Lo mismo sucedió en el “Nuevo Testamento”, o las Escrituras Griegas Cristianas. El profesor George Howard pasa a decir: “Cuando la forma hebrea del nombre divino fue eliminada para favorecer sustitutivos griegos en la Septuaginta, también fue eliminada de las citas de la Septuaginta hechas en el Nuevo Testamento. [...] No pasó mucho tiempo antes de que para la iglesia gentil el nombre divino fuera un nombre perdido, excepto en cuanto estuviera reflejado en los sustitutivos en forma contraída o fuera recordada por eruditos”.
Por eso, mientras los judíos rehusaban pronunciar el nombre de Dios, la iglesia cristiana apóstata se las arregló para quitarlo por completo de los manuscritos en griego de ambas partes de la Biblia, así como de versiones en otros idiomas.
Con el tiempo, como ya hemos visto, el nombre fue restituido a muchas traducciones de las Escrituras Hebreas. Pero ¿qué hay de las Escrituras Griegas? Pues bien, traductores y estudiantes de la Biblia llegaron a darse cuenta de que sin el nombre de Dios se hace muy difícil entender debidamente algunas partes de las Escrituras Griegas Cristianas. El restituir el nombre ayuda en gran medida a aumentar la claridad y comprensión de esta porción de la Biblia inspirada.
Por ejemplo, considere las palabras de Pablo a los romanos, como aparecen en la Versión Popular: “Todos los que invoquen el nombre del Señor, alcanzarán la salvación” (Romanos 10:13). ¿El nombre de quién tenemos que invocar para alcanzar la salvación? Puesto que suele hacerse referencia a YAHSHUA como “Señor”, y un texto bíblico hasta dice: “Cree en el Señor YAHSHUA, y serás salvo”, ¿deberíamos llegar a la conclusión de que Pablo aquí estaba hablando acerca de YAHSHUA? (Hechos 16:31, Versión Popular.)
No; no deberíamos llegar a esa conclusión. Una referencia al pie de la página con relación a Romanos 10:13 en la Versión Popular nos remite a Joel 2:32 en las Escrituras Hebreas. Si usted investiga esa referencia, hallará que en realidad Pablo estaba citando las palabras de Joel en su carta a los romanos; y lo que Joel dijo en el hebreo original fue: “Todo el que invoque el nombre de YAHSHUA escapará salvo”. Sí, aquí Pablo quiso decir que debemos invocar el nombre de YAHWEH. Por tanto, aunque tenemos que creer en YAHSHUA, nuestra salvación está estrechamente enlazada con un aprecio apropiado del nombre de Dios.
Este ejemplo demuestra cómo la remoción del nombre de Dios de las Escrituras Griegas contribuyó a que en la mente de muchas personas surgiera una confusión en cuanto a YAHSHUA y YAHWEH. ¡Sin duda alguna contribuyó en gran manera al desarrollo de la doctrina de la Trinidad!
. La mayoría de los léxicos griegos reconocen que a menudo la palabra “Señor” en la Biblia se refiere a YAHWEH. Por ejemplo, en su sección bajo la palabra griega Kyrios (“Señor”), A Greek and English Lexicon of the New Testament (Un léxico griego e inglés del Nuevo Testamento), de Robinson, obra impresa en 1859, dice que esa palabra significa “Dios como el Señor Supremo y soberano del universo, en la Sep[tuaginta] usualmente para el heb[reo] הה YAHWEH”. Por eso, en los lugares donde los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas citan de las Escrituras Hebreas, que las antecedieron, el traductor tiene el derecho de verter la palabra Kyrios como “YAHWEH” dondequiera que el nombre divino aparece en el hebreo original.
Muchos traductores han hecho esto. Empezando por lo menos desde el siglo XIV, se efectuaron muchas traducciones hebreas de las Escrituras Griegas Cristianas. ¿Qué hicieron los traductores cuando llegaron a citas del “Antiguo Testamento” en las cuales aparecía el nombre de Dios? Frecuentemente se sintieron obligados a restituir al texto el nombre de Dios. Muchas traducciones de partes o del total de las Escrituras Griegas Cristianas al hebreo contienen el nombre de Dios.
Traducciones a idiomas modernos, particularmente las usadas por misioneros, han seguido este ejemplo. Así, muchas versiones de las Escrituras Griegas en idiomas africanos, asiáticos, americanos y de las islas del Pacífico usan con liberalidad el nombre YAHWEH, para que los lectores vean claramente la diferencia entre el Dios verdadero y los falsos. El nombre ha aparecido, además, en versiones en lenguajes europeos.

▪ Yahshua usó el nombre divino cuando citó o leyó del Antiguo Testamento (Deuteronomio 6:13, 16; 8:3; Salmo 110:1; Isaías 61:1, 2; Mateo 4:4, 7, 10; 22:44; Lucas 4:16-21). En la época de Yahshua y sus discípulos, el Tetragrámaton estaba presente en las copias de las Escrituras Hebreas, y así sigue sucediendo hoy día. Pero, durante siglos, los biblistas creyeron que el nombre divino no aparecía ni en la Septuaginta (traducción al griego del Antiguo Testamento) ni en los manuscritos del Nuevo Testamento. Sin embargo, a mediados del siglo XX tuvo lugar un hallazgo trascendental: el descubrimiento de unos fragmentos muy antiguos de la Septuaginta. Al examinarlos pudo comprobarse que, para el tiempo de Yahshua, los manuscritos de la Septuaginta contenían el nombre de Dios en hebreo.
▪ Yahshua empleó el nombre de Dios y lo dio a conocer. En una oración a Dios, dijo: “He puesto tu nombre de manifiesto a los hombres que me diste del mundo”. Además, es interesante que su propio nombre, Yahshua, significa “Yahweh Es Salvación” (Juan 17:6, 11, 12, 26).
▪ En las Escrituras Griegas, el nombre divino aparece en forma abreviada. En Revelación (Apocalipsis) 19:1, 3, 4, 6 se encuentra la palabra aleluya, la cual procede del hebreo haleluyáh y significa “¡Alaben a Jah!”. Por lo tanto, esta expresión contiene el nombre divino, pues “Jah” es una forma abreviada de Yahweh. Es interesante notar que la versión católica La Sagrada Escritura traduce así el primero de estos versículos: “Oí como un gran clamor [...] que decía: ‘¡Aleluya! Alabad a Yahvé [...]’”.
El quitar de la Biblia el nombre personal distintivo de Dios y reemplazarlo por un título como “Señor” o “Dios” debilita el texto y le resta eficacia de muchas maneras. Por ejemplo, puede llevar a combinaciones de palabras que no comunican significado. En su prólogo, The Jerusalem Bible, la edición inglesa de la Biblia de Jerusalén, dice: “Decir: ‘el Señor es Dios’ es de seguro tautológico [una repetición innecesaria, o sin significado], mientras que decir ‘Yahweh es Dios’ no es tal cosa”.
Sustituciones de esa índole pueden llevar también a la formación de expresiones raras. Así, en la Versión Franquesa-Solé, Salmo 8:10 dice: “Oh Señor, señor nuestro, cuán magnífico es tu nombre sobre toda la tierra”. ¡Qué mejora hay cuando se restituye a un texto como ése el nombre Yahweh! Así, en la Versión Reina-Valera (en su revisión de 1960) este texto, marcado en ésta Salmo 8:9, dice: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!”.
La remoción del nombre también puede producir confusión. Salmo 110:1, identificado como 110 (109):1 en la Nueva Biblia Española, dice: “Oráculo del Señor a mi Señor: ‘Siéntate a mi derecha, que voy a hacer de tus enemigos estrado de tus pies’”. ¿Quién está hablando a quién? ¡Cuánto mejor es verterlo así!: “La expresión de Yahweh a mi Señor es: ‘Siéntate a mi diestra hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies’”.
Además, el poner “Señor” por “Yahweh” quita de la Biblia algo de importancia cardinal: el nombre personal de Dios. The Illustrated Bible Dictionary (El diccionario bíblico ilustrado), tomo 1, página 572, declara: “Hablando con propiedad, Yahweh es el único ‘nombre’ de Dios”.
The Imperial Bible-Dictionary (El diccionario bíblico imperial), tomo 1, página 856, describe la diferencia entre “Dios” (Elohim) y “Yahweh” declarando: “[Yahweh] es en todas partes un nombre propio, que denota al Dios personal, y a él únicamente; mientras que Elohim tiene más carácter de nombre común, al denotar por lo general, sí, pero no necesariamente ni uniformemente, al Supremo”.
J. A. Motyer, rector de Trinity College, en Inglaterra, añade: “Mucho se pierde en la lectura de la Biblia si olvidamos mirar más allá de la palabra sustitutiva [Señor o Dios] al nombre personal e íntimo de Dios mismo. Dios, al decir a su pueblo su nombre, se proponía revelarles su carácter íntimo”. (Eerdmans’ Handbook to the Bible [Manual bíblico de Eerdmans], página 157.)
No, no se puede verter un nombre propio distintivo mediante un simple título. Un título nunca puede comunicar el significado pleno y rico del nombre original de Dios.

▪ Los cristianos de origen judío utilizaron el nombre divino en sus escritos, como se desprende de antiguas obras judías. La Tosefta, colección escrita de leyes orales realizada en torno al año 300 de nuestra era, señala lo que debe hacerse si un escrito cristiano se quema en día de sábado: “[Los Evangelios] y los libros de los sectarios  no deben salvarse de las llamas; se dejan [para] que se quemen en su sitio, ellos y el nombre de Dios que contengan”. Según la misma fuente, el rabí Iosí el Galileo, de principios del siglo II, dice que en los demás días de la semana “se recortan los nombres de Dios que contengan y se sepultan, quemándose el resto”. Como vemos, hay indicaciones claras de que en aquel tiempo los judíos creían que los mesianicos usaban el nombre de Yahweh en sus escritos.