Trinidad, Dualidad y Unidad
Tres creencias cristianas se oponen entre sí (la Trinidad, la Dualidad y la Unidad). ¿Cuál de estas tres es la correcta?
Trinidad:
La trinidad, que como tal no aparece en ninguna parte de la Biblia, está sustentada en la creencia de tres divinas personas (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo), donde Dios el Hijo tiene sumisión al Dios Padre y el Espíritu además de proceder de estos dos, es también Dios. En tamaño error de mal interpretar lo que dijo Quinto Séptimo Florencio, mejor conocido como Tertuliano, en su hipótesis “Trinitas” de que los tres son uno por unidad de substancias. Esta doctrina de creer en tres Divinas Personas, se estableció de manera imperativa en el Concilio Ecuménico de Constantinopla, en el año 381 d.C., bajo el mandato de Teodosio, quien junto a los obispos presentes ratificaron el Concilio Ecuménico de Nicea, realizado el 20 de mayo de 325 d.C., por convocatoria del Emperador Constantino el Grande, quien contó con la asistencia de la mayoría de los cristianos subordinados a su favor, pese a la existencia de otras ideologías cristianas, como por ejemplo la del Presbítero Arrio.
Aunque actualmente a muchas confesiones cristianas le es lícito de profesar la creencia de la doctrina o credo de la Trinidad, es bueno que analicen la palabra persona, pues está referida al ser humano y distinto a ánima que quiere decir espíritu, y al hablarse de tres divinas personas, es igual que decir tres Dioses humanos, lo que no se compagina con la Doctrina de Cristo, la que desde los inicios de la predicación del Evangelio, ha consistido en seguir ratificando la creencia de un Sólo Dios, porque de lo contrario el mandamiento dado por IEUE a los hijo de Israel, de ser él nada más ese Dios, habría de ser una falsedad y no digno de aparecer escrito en el Nuevo Testamento; y ya tendría que ser entonces la creencia y la imposición del hombre en los siguientes términos: “Oye Israel, nuestras tres personas Dioses son: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.”
Dualidad:
La Dualidad, al igual que la Trinidad, no está escrita en ninguna parte de la Biblia, y basa su creencia en dos Dioses (Dios el Padre y Dios el Hijo), donde el Dios menor (Hijo) está subordinado al Dios mayor (Padre). Esta creencia por el hecho de no tener fundamento bíblico, es desde todo punto de vista cuestionable. Obsérvese que en el antiguo pacto no aparece por ninguna parte que IEUE haya dicho “Yo soy el Dios Mayor”, y en ninguna parte del Nuevo Testamento se puede conseguir que IESUE haya dicho, que es el Dios menor, sino el Padre es Mayor que yo, por cuanto a su Santo Espíritu lo diferenció de ser superior a su cuerpo humano, sin perjuicio de lo dicho por el Apóstol Pablo, cuando refiriéndose a Cristo fue claro en decir, que en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad (I de Col. 2:9-10)”. Así que nuestro amado Cristo al tener en él morando toda la Plenitud de la Deidad, no tenemos necesidad de dos Dioses, ya en Cristo estamos completos.
Unidad:
La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que seamos perfecto en unidad (Juan 17:22-23).
La Unidad que si aparece escrita en el Nuevo Testamento, es la correcta, pues está basada en la creencia de que todos somos uno con Cristo al igual como él es uno con el Padre, y sostener en esto la existencia de un sólo Dios, y no en tres o dos Dioses, sino en el mismo ayer hoy y siempre. El Padre en el Hijo y Cristo transfigurado en Nosotros. Y estas razones inspiradas por el espíritu de Cristo, tuvo el Apóstol Pablo cuando expresó:
“Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Y es que subió, ¿Qué es, sino que también había descendido a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos apóstolos; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor (Ef. 4:1-16).”