¿ UN@ DE TANT@S?
Querido amig@:
Te vas a sorprender, cuando te cuente lo que oí e incluso puede ser que te salga “la vena mala” y te pongas a gritar: “¡ No, no hay derecho, malditos!” ¿ Cómo puede haber gente tan fría y tan profundamente desagradecida? ¿Acaso se han pensado que sólo ellos tienen derecho a ser servidos? ¿Que nada tienen que agradecer? Tranquilo y reflexiona con paz.
Mira lo que me contó un amigo: “ Rompió el compromiso voluntariamente hecho. Se quedó en Madrid sin trabajo, sin vivienda, con cuatro pesetas en el bolso y con mucho, mucho miedo. Dada mi buena relación con su familia me sentí obligado a tenderle una mano para que pudiera salir del laberinto en que se hallaba y poder sobrevivir en la gran urbe. Procedía de un pequeño pueblo y de una familia de muchos hermanos. Era inteligente pero los prejuicios y el autoritarismo de mamá la habían dejado en el subdesarrollo mental hasta que se acercó a las Hermanitas de la Caridad que le facilitaron el hacer una carrera e incluso una ayuda generosa para sus padres que ,como tantos otros, habían dejado sus casas y tierras en el pueblo. Nada que no fuera miedo a todo llenaba su vida al verse fuera de la compañía que tanto le ayudó.
Nunca podía soñar el pago – prosiguió mi amigo- que recibí de aquella persona a la que ni la propia familia le había apoyado tanto durante veinte años. Mi empeño, y dadas mis posibilidades, era que no le faltara nada y que fuera sencillamente feliz dentro de la sencillez que ella debía conocer. Como signo efectivo de ello le puse en sus manos unas llaves de mi piso y la autorización en el banco para que pudiera sacar de mi cuanta, si lo necesitaba. Por aquel entonces yo vivía en el extranjero y allí me marché al terminar mis vacaciones. Mi casa y mis cosas junto al trabajo que le había facilitado sus antiguas “hermanas” y de las que nunca más quiso acordarse, le iban cambiando la situación sin salida en la que estaba.
A los pocos años yo regresé del extranjero – sigue relatando mi amigo – y desde el primer momento pusimos sobre la mesa que cada uno éramos libres y autónomos para administras nuestros sueldos y nuestras vidas. Yo le ofrecí la vivienda, el coche y todos los gastos para nuestra manutención. Ella se encargaría del cuidado de la casa, la compra, la cocina y la limpieza. Ganaba un buen sueldo que destinaba únicamente al ahorro y a sus gastos personales. Siempre fui generoso con ella y ahora te pregunto a ti, me decía mi amigo: ¿Qué más podía hacer yo por esa persona que no lo hubiera hecho? Júzgame tu, pues como explicación y remate para terminar, dio un portazo en mi coche con ocasión de una visita a su madre y un “Yo ya me quedo aquí”. Esta fue la única respuesta a veinte años de ayuda abundante y confiada y hasta hoy. ¿Para qué más preguntas?...”
Al despedir a mi amigo junto al bar donde nos habíamos tomado un café me marché yo también dolido
Y leí esto en la Biblia (Is.5,1-7):
“Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña.
Mi amigo tenía una viña en fértil collado, la entrecavó, la descantó y plantó buenas cepas;……. Y esperó que diese uvas pero dio agrazones( uvas de perro). Habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más cabía hacer por ella? Por qué, esperando uvas me devolvió agrazones? Ahora abandonaré mi viña, que los cerdos la pisoteen y que se llene de zarzas y cardos…..
Amig@, si ya has juzgado lo que le hicieron a mi amigo te invito a no quedarte con el dolor el lamento o el desprecio a tales conductas. Te llamo amablemente a que te pares a la puerta de tú viña – tú familia, tu grupo- tú comunidad- para ver si lo que estás ofreciendo ante tantos desvelos y necesidades de las personas son uvas sazonadas y frescas que sanan y dan enerrgía, o son otra cosa. En tu nombre yo mismo haré también este examen. Gracias.
El texto de Isaías termina así: “Esperé de ellos derecho, y ahí tenéis asesinatos; esperé justicia, y ahí tenéis: lamentos”
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