“Yo soy la luz
del mundo, dice el Señor; quien me sigue tendrá la luz de la vida”
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El hombre, el
ser humano, hemos construido la convivencia social de tal forma que tropezamos
siempre en la misma piedra, no dos veces sino doscientas veces. Ahí están las
páginas de la historia humana y los
millones de cruces o signos de muerte y miseria causados por el otro. ¡Cuántas
guerras! ¡Cuánto odio!¡Cuanta hambre y explotación! Los bellos bosques europeos
disimulan miles de tumbas comunes. Tenemos arsenales de armas capaces de
destruir mil veces la tierra y la humanidad. Ojalá sirvan solamente para que por miedo,
guardemos un poquito la PAZ. Nuestra
valiosa ciencia y nuestra técnica, convertidas en ídolos, nos permiten ver
solamente aquello que palpamos, lo que imaginamos, los bultos que tropezamos, junto a los cuales hemos creado
unos valores, criterios y actitudes a nuestra medida distorsionada y al servicio de nuestra oscuridad.
Pero Dios tuvo compasión de su
obra y ha querido sacarnos del barrizal en que hemos convertido tantos dones y
mimos del Padre. La
salvación y la doctrina de jesucristo se nos brinda como una luz
capaz de iluminar nuestra ceguera y tozudez.
Veamos las lecturas que testifican la ceguera del ser humano al
tiempo que nos
muestran el camino a seguir.
(Libro de Samuel 16,1.6-7): Dios habla a
Samuel:
“Llena tu cuerno con aceite pues te voy a
enviar a una familia, la de Jesé en el pueblo de Belén. Vas a consagrar
(dedicar) a uno de ellos a mi servicio. Pero ,ojo, no te fíes de las apariencias.
Ese error lo cometéis los hombres pero Yo me fijo sobre todo en el corazón de
la gente. Ve y ten cuidado”. Ya está en casa de Jesé en Belén y “al
ver a Eliab, el mayor de los hijos, enseguida pensó: este es.” No, no es este”. Ante él desfilaron otro
siete y ninguno había sido el elegido por Dios, que mira el corazón del ser
humano y no las apariencias. “¿No hay
alguno más?... (silencio) “Bueno – dice Jesé, el padre – hay otro pero ese es
el más pequeño y no vale para otra cosa más que para cuidar el ganado. “Pues lo esperamos antes de comer, replica
Samuel.” Cuando llegó el chaval, que según el padre era pequeño y que no
sabía nada, ni valía más que para cuidar
ovejas, Dios dijo al sacerdote Samuel: “Levántate,
úngelo porque ESTE ES el elegido por Dios.”
Queridos amigos, los más graves errores se
deben a que miramos la vida
superficialmente y ese mismo error cometemos los cristianos al vivir una
fe llena de tópicos, hipocresía y flojedad que no convence a nadie y muchas
veces no pasa en nuestra vida de ser un buen deseo que nunca llega a un
planteamiento serio y activo, mientras que la fe auténtica en Jesucristo
nos está exigiendo nitidez y
transparencia en nuestra vida de familia
y en nuestra vida social. (Efesios,5,8-14)
Esta misma exigencia se la plantea San
Pablo en su carta a los cristianos de Éfeso: “Hermanos, vuestras malas
acciones podrían tener alguna disculpa en vuestra vida anterior, cuando aún no
erais cristianos y estabais en tinieblas, pero ahora NO porque habéis dicho sí y os habéis comprometido con
Jesucristo, desde vuestro bautismo.
(Juan,9,1-41)
Ahora sois cristianos e hijos de la luz. Ya basta. No toméis parte en la obras de las tinieblas, que
además de ser estériles son dañinas por anular vuestro testimonio y por
escandalizar al no creyente. Despertad, sed luz y contraste ante los no
cristianos. Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos
y Cristo será tu luz y energía. Lánzate a pasar por el mundo como discípulo
fiel de tal Maestro sin olvidar aquello del poeta: “de tal palo tal astilla”.
La actitud clara y la fe del creyente no aparecen en la marrullería hipócrita de
aquellos religiosos fariseos que se entretienen en discusiones aprendidas para
evitar una respuesta al interrogante principal:¿Es este el Mesías o no? y sin embargo aparece con nitidez
en la conducta del ciego: “ ¿ Crees tú
en el Mesías, en el hijo del hombre? Pero ¿quién es? Para que yo pueda
creer? Jesús
le dijo: “Lo estás viendo.Está hablando
contigo. (¿) ¡ CREO,
SEÑOR! Y se postró ante El.”