
IMPOSICIÓN LEGAL DE UNA SOLA IGLESIA Y LA ADORACIÓN DE LA TRINIDAD, COMO PRECEDENTE HISTÓRICO DE VENERACIÓN AL ANTICRISTO:
Era el año 380 d.C., cuando habiendo varios que como emperadores regían sobre el imperio romano, aconteció en el mes de marzo, en el tercer día de las Kalendas, que Graciano, Valentiniano (II) y Teodosio Augusto, emitieron el Cunctos Pópulos, mejor conocido como el Edicto de Tesalónica, mediante el cual se estableció a la iglesia católica, como la única institución religiosa y a su santísima trinidad, como el único credo de fe; y que por esto fue que quienes no se acogían a tal precepto, no solo fueron juzgados locos y dementes, sino además de que les había de pesar la infamia de la herejía, sus lugares de reunión no recibirían el nombre de iglesias, serían objeto de la venganza divina y el castigo que por tanto se considerase al respecto, no fue más que la persecución y la pena de muerte, para toda persona que no lo acató. Edicto ese que desde los albores de su promulgación, textualmente expresa:
“Queremos que todos los pueblos que son gobernados por la administración de nuestra clemencia profesen la religión que el divino apóstol Pedro dio a los romanos, que hasta hoy se ha predicado como la predicó él mismo, y que es evidente que profesan el pontífice Dámaso y el obispo de Alejandría, Pedro, hombre de santidad apostólica. Esto es, según la doctrina apostólica y la doctrina evangélica creemos en la divinidad única del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo bajo el concepto de igual majestad y de la piadosa Trinidad. Ordenamos que tengan el nombre de cristianos católicos quienes sigan esta norma, mientras que los demás los juzgamos dementes y locos sobre los que pesará la infamia de la herejía. Sus lugares de reunión no recibirán el nombre de iglesias y serán objeto, primero de la venganza divina, y después serán castigados por nuestra propia iniciativa que adoptaremos siguiendo la voluntad celestial”
Dado el tercer día de las Kalendas de marzo en Tesalónica, en el quinto consulado de Graciano Augusto y primero de Teodosio Augusto.
Así que en la actualidad, tal edicto es sin duda alguna, un precedente histórico de la imposición legal en materia de culto y religión, que en Tesalónica se decretó para todo los pueblos que estaban gobernados bajo la autoridad de ellos, respecto a una sola iglesia y a un solo credo de fe, en torno a la santísima trinidad de la iglesia católica, que se traduce desde entonces, como un antecedente de lo que ha de ocurrir en el futuro, en relación al gobernante mundial (el Anticristo) y al falso profeta, que en pos del dragón rojo, se han de manifestar en los últimos tiempos.
Una vez que Graciano, Valentiniano (II) y Teodosio Augusto establecieron a la iglesia católica como la única institución religiosa y a su santísima trinidad como el único credo de fe, tuvo una gran preeminencia de autoridad, que en ocasiones llegó a representar la autoridad de los mismos emperadores de Roma; y la que luego de haber luchado en contra de los ídolos paganos, permitió en sus recintos católicos de reunión, la introducción no solo de la imagen de la santísima trinidad como emblema primordial de su credo, sino también otras imágenes que consideraban beatas. De esta manera se fue arraigando y fortaleciendo la idolatría en esa institución religiosa; y la que por ende sumida desde hace siglos en ese fetichismo, sigue teniendo en algunos países del mundo, una preeminencia de autoridad, a la par con sus reyes o gobernantes, que para estos es como si fuese la autoridad de Dios.
En relación a eso, es que en el Libro Revelación (Apocalipsis) del Nuevo Testamento, se narra a un falso profeta, que en presencia de la primera bestia que es el anticristo, de este ejerce toda la autoridad; y hace que la tierra y los que la moran, le den adoración (Ap. 13:11-12). Profeta ese que con las señales que se le permitirá hacer en presencia de la primera bestia, engañará a los moradores de la tierra, tanto que al momento de que ellos le hagan imagen a esa bestia tras de haberlos mandado, le infundirá aliento, para hacerla hablar y haga matar a quien a ella y a cuya bestia no le den adoración (Ap. 13:13-15). Esto pues se asemeja, a lo dispuesto en el edicto de Tesalónica “Cunctos Pópulos”, mediante se estableció a la iglesia católica y a su santísima trinidad, como el epicentro de adoración y fe, so pena de las allí establecidas, para los que no lo acatasen. Hay que recordar, que antiguamente el cargo de máximo pontífice que hoy recae sobre el Papa católico, lo ejercía en el imperio Romano, su emperador, quien en el culto imperial en pos de su adoración como un dios, tenía a su disposición un sacerdocio, que a similitud de lo que hará el falso profeta, hacía algunos prodigios o señales con la magia negra, y hacía ver mediante la ventriloquia demoníaca, que la imagen divinizada hablase. El culto que auspiciaba ese sacerdocio en pos del emperador, se conocía como el sacerdocio del culto imperial romano. De manera que lo que establecieron Graciano, Valentiano (II) y Teodosio Augusto en el edicto de Tesalónica, es un precedente histórico de lo que acontecerá en pos de Satanás, pues, en vez de la santísima trinidad, que indirectamente es la trinidad diabólica (Dragón, Anticristo y Falso Profeta), esta será el único credo de fe y de adoración, desde el tercer templo que harán los judíos en Jerusalén, desde donde el Anticristo cual si fuese el emperador de Roma y el dios por sobre todo, gobernará al mundo mediante su falso profeta. En efecto, lo que se ha de derivar de todo ello, es el resurgimiento del imperio romano que ha estado caído, desde que en definitiva lo derrumbaron; y en el cual como demostración de lealtad al emperador, se le tenía que dar veneración al cesar como si fuese Dios, y se tenía que inclinarse ante su estatua divinizada, porque de lo contrario bajo el delito de traición, se le daba muerte a quien no lo hiciese.
En lo que respecta pues a ello y a esa trinidad diabólica, es que en Apocalipsis 17:8; y 13:2, 11-12 está escrito respectivamente:
“La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será” (Ap. 17:8).
“Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad” (Ap. 13:2).
“Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y sus moradores, adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada” (Ap. 13:11-12).
“También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia. mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase” (Ap. 13:13-15).
De modo que entorno a todo ello, es lo que será en los tiempos finales, ya que la cuarta bestia (el imperio romano), quien del monstruo apocalíptico era la sexta cabeza, y que fue herida como de muerte cuando lo derribaron del todo su dominio, volverá a ser reestablecido mediante el octavo imperio mundial, que con la avenía del dragón ejercerá el anticristo mediante el falso profeta, tras de que 10 reyes de las antiguas provincias que formaban parte de la Roma Imperial, le den poder y autoridad (Ap. 17:8-13). Y desde entonces mediante un decreto a la semejanza del edicto de Tesalónica, venga la marca de la bestia y se suprimirá el derecho a la libertad de cultos y creencias, para que los moradores de la tierra en pos de la trinidad diabólica, le den solamente culto y adoración al anticristo y a su imagen, so pena de morir y so pena de no poder comprar y vender (Ap. 13:15-18).