RAZONES PARA LA MANIFESTACIÓN DE CRISTO “EL MESÍAS”
Las Sagradas Escrituras, es el mejor instrumento para saber las razones del porque en Israel, tuvo que manifestarse Cristo (el Mesías). Pues partiendo de Génesis hasta llegar a su nacimiento, muerte y resurrección, se pueden observar algunos precedentes que dan lugar a la determinación y concretización de un plan de redención y salvación, con el fin de reponer la vida y la gloria que en el principio el ser humano perdió, por la desobediencia de nuestros primeros padres (Adán y Eva).
La primera razón se fundamenta en la caída de Adán y Eva, por haber desobedecido a Dios, al comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, con ocasión de la tentación que les hizo Satanás, mediante el cuerpo de una serpiente (Gn. 3:1-14); y por consiguiente en Dios permitir la procreación del linaje humano, para el cumplimiento de la enemistad que él determinó entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer, en los siguientes términos: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya. Esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar (Gn. 3.15)”.
Enemistad que desde luego comenzó a generar acciones de violencia entre la serpiente y la mujer, y después entre la simiente de cada quien. Pero con base a lo escrito en Slm. 16:10, Mt. 28:1-7, y Cols. 2:11-15, tan sólo una simiente sería capaz de triunfar en beneficio de los seres humanos, y es precisamente nuestro amado Cristo (el Mesías), en cumplimiento al juramento hecho al patriarca Abraham, de que en su simiente serían benditas todas las familias de la tierra (Gn.22:18). Décadas para esto debieron transcurrir, ya que pasando por Eva, Zara, Rebeca y otras piadosas mujeres, finalmente se pudiera suscitar la existencia de una virgen doncella llamada Miriam(María), de donde se produjera el nacimiento del Emmanuel ya predicho por Dios, mediante uno de sus santos profetas. Para lo cual era absolutamente necesario, de que si Dios en el principio creó al primer hombre, y por la desobediencia de este todos se constituyeron pecadores, debía el Segundo Adán (Jesucristo), ser engendrado no por hombre alguno, sino por su Santo Espíritu, para no tener ningún inconveniente de revertir el pecado con su muerte en la cruz del calvario, y de poder efectuar en su debido momento, la primera resurrección de los muertos (Gn.2:7; Is. 7.14; Mt.1:16-23; 1 Co, 15:20-23, y 15:45; Ro. 5:12-21; y Ap. 20:6).