Los dos Olivos y su Resurrección, antes la Venida Visible de Jesucristo a la Tierra:
Dos amigos entre los que el sacerdote Josué podrá tener lugar como gobernante en la casa del Señor y guardador de sus atrios, si para los efectos anduviera en los caminos y guardara las ordenanzas de Adonay, son varones simbólicos delante de él, que tienen que ver con el siervo de Dios, el renuevo; y en lo tocante le es mostrada por el ángel de IEUE una visión, donde vio además de un candelabro de oro con siete lámparas encima y con igual cantidad de tubos, dos Olivos ajuntados, uno a la izquierda y el otro a la derecha (Zc. 3:6-8; y 4:1-3). Los cuales son los dos ungidos que están delante el Señor de toda la tierra (Zc. 4:11-14; y Ap. 11:4).
Cuyos Olivos pueden ser Moisen y el Profeta Elías, vaticinados para profetizar en los últimos tiempos, porque además de ser los dos personajes aparecidos al Señor Jesucristo en un Monte muy alto en la presencia de tres de sus discípulos, sus señales de parte de Dios, son semejantes a las de dichos Olivos, pues entorno a esto es importante señalar: Moisen ordenando a su hermano Aarón, hizo convertir el agua del Río Nilo de Egipto en sangre, al golpearlas con su vara; el Profeta Elías anunciándole al Rey Acab, la predicción de no haber lluvia ni rocío en la tierra de Israel, esto de verdad acaeció durante tres años consecutivos; y este mismo profeta al aducir de que si era varón de Dios, callera fuego del cielo y así sucedió, para consumir a los soldados del Rey Ocozías de Israel, por consultar a Baal-zebub dios de Ecrón (Mt. 17:1-3; Ex. 7:14-25; 1R. 17:1-7; 18:1; 2 R. 1:1-17; y Ap. 11:3-6).
Otro detalle a tomar en cuenta, es que al realizarse la venida de Cristo al planeta tierra a la vista de todo ojo, ya los dos Olivos no estarán entre los malvados, porque poco antes la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará; pero en castigo a los inicuos y en función de ser glorificado el Dios del Cielo por muchos, acontecerá a posterior de tres días y medios de estar sus cadáveres en la plaza de la grande ciudad a la exposición pública, en ellos entrará el espíritu de vida enviado por el Señor, que levantados sobre sus pies y cayendo extremado temor en quienes los vean resucitados, subirán al cielo a la vista de sus enemigos; y por consiguiente habrá un gran terremoto que producirá el derrumbamiento de la décima parte de la ciudad, y hará morir a 7000 hombres (Ap. 1:7; y 11:7-13).