VIVIR DEL EVANGELIO:
El Apóstol Pablo en su primera Epístola a los corintios, específicamente en el Cap. 9:13-14, habla del ordenamiento que dio el Señor, para que los anunciantes del Evangelio, vivan del Evangelio, a similitud de los que trabajaban en las cosas sagradas, que comían del Templo, y de los que servían al altar, que también les estaba permitido participar en esto.
Eran los levitas que a diferencia de los discípulos de Cristo, tenían el derecho de recibir la espaldilla, las quijadas y el cuajar de buey o de cordero llevado a Dios en ofrenda para el sacrificio, y las primicias del grano, del vino, del aceite y de la lana, porque habían sido escogidos por IEUE Dios de entre todas las tribus, para que en el templo administraran en el Nombre de Dios; y esto era con respecto a los israelitas, y en ningún momento fue exigido ni ordenado en dinero o en oro o en plata; y que con respecto a los anunciantes del Evangelio, en el entendido de que como el obrero es digno de su alimento o salario, sólo le fue permitido comer y beber lo que a la mesa se les pusiera en alguna casa en la que entraran (Mt. 10:12-15; Lc. 10:1-10). Esta evangelización con derecho a recibir solo lo que se les pusiera a las mesas, era para el pueblo de Israel, porque el correspondiente texto bíblico al principio de lo ordenado, dice: “Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt. 10:5). Este panorama de solo a los israelitas, cambiaría luego con la predicación a los gentiles, y en analogía sería lo mismo de comer y beber lo que se les pusiese en la mesa, sin llevar bolsa, ni exigir pago de dinero para dedicarse a la evangelización. Sin embargo Pablo adujo de que en nada de esto se ha aprovechado, y que su galardón sería, presentar gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio (1 Co. 9:15-18).
LA OFRENDA VOLUNTARIA Y ROGATIVAS OFRENDAS:
La ofrenda voluntaria del cristiano, es harina de otro costal, fue requerida por el Apóstol Pablo, con el siguiente fin específico:
Ro. 15.26: Ofrenda de Macedonia y Acaya para los pobres, entre los santos que estaban en Jerusalén.
1 Co. 16.1-1: Cada primer día de la semana, ofrenda para los santos de Jerusalén, según cada uno haya prosperado.
2. Co. 9.7: Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre……
EL VOTO DE IEKOB (JACOB), PARA ENTREGAR LA DÉCIMA PARTE O DIEZMO:
La décima parte o diezmo, que a Dios le prometió dar Iecob hijo de Isaac, fue un voto que él hizo diciendo: “Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en el que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, IEUE será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti” (28:20-21).
La exegesis o interpretación que se da a este pasaje bíblico en cuanto al diezmo, es que Iekob le daría a Dios de lo que le diere, de lo contario no le sería posible darle nada, en pocas palabras “Si Dios le daba, el daba a Dios”. Y este voto está enmarcado dentro de un contenido profético, porque hace referencia a la casa de Dios (Santuario o Templo) el cual era inexistente en los tiempos de Iekob. La cual vino a ser existente cuando el rey Salomón edificó casa a IEUE Dios, en sustitución del Tabernáculo.
EL ISRAEL ESPIRITUAL:
Algunos en clara distorsión y torcedura de las sagradas escrituras, se han atrevido aducir, de que como el Israel Espiritual sucedió al Israel Terrenal, debe cumplir el precepto de Ley que habla acerca de los diezmos. Lo cual es una gran mentira del diablo, son meros pretextos, subterfugios o evasivas.
Para conocer y entender al Israel Espiritual, debemos hablar un poco del antiguo Israel o Israel Terrenal. Este Israel son los descendientes de Iekob, con los cuales IEUE pactó después de salidos de Egipto. Ellos debían cumplir el Pacto que habían pactado con IEUE, para que todo le fuera bien y no tuvieran maldición. En el pacto antiguo están diversas leyes, que se tenían que cumplir, y sobre el cual muchas bendiciones exclusivamente giraban en torno a las tierras de Canaán (Tierras de leche y miel), pero por cuanto los israelitas no permanecieron en este pacto para darle fiel cumplimiento, IEUE Dios se desentendió de ellos y concertó otro pacto, no como el primero.
En ese nuevo pacto entramos los gentiles, y fue precisamente porque Abraham le creyó a Dios y le fue dada la promesa, de que en su simiente serían benditos todos los linajes de la tierra. Dice Pablo en torno a esto, que los de fe son hijos de Abraham, porque la misma escritura proveyó que por fe los gentiles serían justificados. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham, y no por la ley (Gl. 3:6-11).
Pablo el Apóstol de los gentiles, tuvo que hacer esa observancia a los Gálatas, porque ya no estaban obedeciendo a la verdad, sino habían vuelto a la ley mosaica, veamos:
“¡Oh Gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros a cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros crucificado?
Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la Ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois, habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a parar con la carne? ¿Tanta cosas habéis padecido en vano? Realmente si fue en vano. Aquel pues que os suministra el Espíritu y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe? (Gl. 3:1-5).
El Apóstol empero le es categórico, diciendo: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá” (Gl. 3:10-11).
Así que se vive por la fe, y no por el cumplimiento de la ley como era antes, porque solo vivía, el que hiciera las cosas escritas en ellas. No obstante, Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: maldito todo el que es colgado de un madero), para que en Cristo Iesue la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiremos la promesa del Espíritu. (Gl. 3:12-14).
El Israel Terrenal tenía un sacerdocio, cual era administrado por los levitas de la tribu de Leví, pero hubo cambio del sacerdocio terrenal, por el sacerdocio real, que no es levita sino de otra Tribu, es decir de la tribu de Judá, que nunca sirvió al altar, y es IESUE El Cristo, quien entró no en el templo hecho de mano, sino en el santuario celestial, donde no se exige, ni se paga diezmo. Cristo antes de Morir nos compró a precio de sangre, por lo que la salvación es gratuita para todo ser humano, sin necesidad de pagar dinero a cambio, Cristo solo exige, perseverancia y el amarnos unos a otros, como él nos ha amado, y en esto sabremos que somos sus discípulos.