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General: ESCRITO ESTA LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO.
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La segunda venida de Cristo Apocalipsis 1:7Mirad, viene acompañado de nubes: todo ojo le verá, hasta los que le traspasaron, y por él harán duelo todas las razas de la tierra. Sí. Amén.CRISTO EN SU REGRESO NO TOCA EL SUELO DE LA TIERRA ,NO CAMINA POR EL MUNDO .
Una pequeña nube negra es la señal de la venida de Jesús—Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño como la mitad de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia parece rodeada de oscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del hombre. En silencio solemne la contemplan mientras va acercándose a la tierra, volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús marcha al frente como un gran conquistador.—
Luego se volvieron nuestros ojos hacia el oriente, por donde había aparecido una negra nubecilla, del tamaño de la mitad de la mano de un hombre, y que era, según todos comprendíamos, la señal del Hijo del hombre. En solemne silencio contemplábamos cómo iba acercándose la nubecilla, volviéndose más y más brillante y esplendorosa, hasta que se convirtió en una gran nube blanca con el fondo semejante a fuego. Sobre la nube lucía el arco iris y en torno de ella aleteaban diez mil ángeles cantando un hermosísimo himno. En la nube estaba sentado el Hijo del hombre. Sus cabellos, blancos y rizados, le caían sobre los hombros; y llevaba muchas coronas en la cabeza. Sus pies parecían de fuego; en la diestra tenía una hoz aguda y en la siniestra llevaba una trompeta de plata. Sus ojos eran como llama de fuego, y con ellos escudriñaba a fondo a sus hijos.—
Todo el mundo le verá—“Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre”. Mateo 24:27... No se puede remedar semejante aparición. Todos la conocerán y el mundo entero la presenciará.—Jesús es visto claramente sobre la nube—La nube viviente de majestad y gloria sin par, se acercó aun más, y pudimos claramente vislumbrar la hermosa persona de Jesús. No llevaba una corona de espinas; sino que una corona de gloria adornaba su santa frente. Sobre sus vestidos y su muslo había un nombre escrito, REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Sus ojos eran una llama de fuego, sus pies tenían la apariencia de bronce bruñido, y su voz tenía el sonido de muchos instrumentos musicales. Su rostro era tan brillante como el sol de mediodía.—
El gozo del pueblo de Dios—La revelación de su propia gloria en la forma humana, acercará tanto el cielo a los hombres que la belleza que adorne el templo interior se verá en toda alma en quien more el Salvador. Los hombres serán cautivados por la gloria de un Cristo que mora en el corazón. Y en corrientes de alabanza y acción de gracias procedentes de muchas almas así ganadas para Dios, la gloria refluirá al gran Dador.
“Levántate, resplandece; que ha venido tu lumbre, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”. Isaías 60:1. Este mensaje se da a aquellos que salen al encuentro del Esposo. Cristo viene con poder y grande gloria. Viene con su propia gloria y con la gloria del Padre. Viene con todos los santos ángeles. Mientras todo el mundo esté sumido en tinieblas, habrá luz en toda morada de los santos. Ellos percibirán la primera luz de su segunda venida. La luz no empañada brillará del esplendor de Cristo el Redentor, y él será admirado por todos los que le han servido. Mientras los impíos huyan de su presencia, los seguidores de Cristo se regocijarán. El patriarca Job, mirando hacia adelante, al tiempo del segundo advenimiento de Cristo, dijo: “Al cual yo tengo de ver por mí mismo, y mis ojos le mirarán; y ya no como a un extraño”. Job 19:27. Cristo ha sido un compañero diario y un amigo familiar para sus fieles seguidores. Estos han vivido en contacto íntimo, en constante comunión con Dios. Sobre ellos ha nacido la gloria del Señor. En ellos se ha reflejado la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Ahora se regocijan en los rayos no empañados de la refulgencia y gloria del Rey en su majestad. Están preparados para la comunión del cielo; pues tienen el cielo en sus corazones.
Con cabezas levantadas, con los alegres rayos del Sol de Justicia brillando sobre ellos, regocijándose porque su redención se acerca, salen al encuentro del Esposo, diciendo: “He aquí éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará”. Isaías 25:9.
“Y oí como la voz de una grande compañía, y como el ruido de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: Aleluya: porque reinó el Señor nuestro Todopoderoso. Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque son venidas las bodas del Cordero, y su esposa se ha aparejado... Y él me dice: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena del Cordero”. Él “es el Señor de los señores, y el Rey de los reyes: y los que están con él son llamados, y elegidos, y fieles”. Apocalipsis 19:6-9; 17:14.
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JESUS RESUCITA A SUS HIJOS SELLADOS QUE ACEPTARON COMO SU DIOS Y SALVADOR LOS MUERTOS LOS RESUCITA CRISTO A SU REGRESO ,LOS MUERTOS NO ESTAN EN EL CIELO .1 Corintios 15:52
En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final; pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
1 Tesalonicenses 4:16
Pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero.
Cristo llama a sus santos que duermen—Entre las oscilaciones de la tierra, las llamaradas de los relámpagos y el fragor de los truenos, el Hijo de Dios llama a la vida a los santos dormidos. Dirige una mirada a las tumbas de los justos, y levantando luego las manos al cielo, exclama: “¡Despertaos, despertaos, despertaos, los que dormís en el polvo, y levantaos!” Por toda la superficie de la tierra, los muertos oirán esa voz; y los que la oigan vivirán. Y toda la tierra repercutirá bajo las pisadas de la multitud extraordinaria de todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos. De la prisión de la muerte sale revestida de gloria inmortal gritando “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria?” 1 Corintios 15:55. Y los justos vivos unen sus voces a las de los santos resucitados en prolongada y alegre aclamación de victoria.
Todos salen de sus tumbas de igual estatura que cuando en ellas fueran depositados. Adán, que se encuentra entre la multitud resucitada, es de soberbia altura y formas majestuosas, de porte poco inferior al del Hijo de Dios. Presenta un contraste notable con los hombres de las generaciones posteriores; en este respecto se nota la gran degeneración de la raza humana. Pero todos se levantan con la lozanía y el vigor de eterna juventud. Al principio, el hombre fue creado a la semejanza de Dios, no sólo en carácter, sino también en lo que se refiere a la forma y a la fisonomía. El pecado borró e hizo desaparecer casi por completo la imagen divina; pero Cristo vino a restaurar lo que se había malogrado. El transformará nuestros cuerpos viles y los hará semejantes a la imagen de su cuerpo glorioso. La forma mortal y corruptible, desprovista de gracia, manchada en otro tiempo por el pecado, se vuelve perfecta, hermosa e inmortal. Todas las imperfecciones y deformidades quedan en la tumba. Reintegrados en su derechoal árbol de la vida, en el desde tanto tiempo perdido Edén, los redimidos crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de la raza humana en su gloria primitiva. Las últimas señales de la maldición del pecado serán quitadas, y los fieles discípulos de Cristo aparecerán en “la hermosura de Jehová nuestro Dios”, reflejando en espíritu, cuerpo y alma la imagen perfecta de su Señor. ¡Oh maravillosa redención, tan descrita y tan esperada, contemplada con anticipación febril, pero jamás enteramente comprendida!—
El primer pensamiento de los resucitados—En el momento en que sean despertados de su profundo sueño, [los justos] reanudarán el curso de sus pensamientos interrumpidos por la muerte. La última sensación fue la angustia de la muerte. El último pensamiento era el de que caían bajo el poder del sepulcro. Cuando se levanten de la tumba, su primer alegre pensamiento se expresará en el hermoso grito de triunfo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde está, oh sepulcro, tu victoria?”—
La muerte, un asunto poco importante—Para el creyente, Cristo es la resurrección y la vida. En nuestro Salvador, la vida que se había perdido por el pecado es restaurada; porque él tiene vida en sí mismo para vivificar a quienes él quiera. Está investido con el derecho de dar la inmortalidad. La vida que él depuso en la humanidad, la vuelve a tomar y la da a la humanidad. “Yo he venido—dijo—para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. “El que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero”.
Para el creyente, la muerte es asunto trivial. Cristo habla de ella como si fuera de poca importancia. “El que guardare mi palabra, no verá muerte para siempre”, “no gustará muerte para siempre”. Para el cristiano, la muerte es tan sólo un sueño, un momento de silencio y tinieblas. La vida está oculta con Cristo en Dios y “cuando Cristo, vuestra vida, se manifestare, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”.
La voz que clamó desde la cruz: “Consumado es”, fue oída entre los muertos. Atravesó las paredes de los sepulcros y ordenó a los que dormían que se levantasen. Así sucederá cuando la voz de Cristo sea oída desde el cielo. Esa voz penetrará en las tumbas y abrirá los sepulcros, y los muertos en Cristo resucitarán. En ocasión de la resurrección de Cristo, unas pocas tumbas fueron abiertas; pero en su segunda venida, todos los preciosos muertos oirán su voz y surgirán a una vida gloriosa e inmortal. El mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos resucitará a su iglesia y la glorificará con él, por encima de todos los principados y potestades, por encima de todo nombre que se nombra, no solamente en este mundo, sino también en el mundo venidero.—
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Niños devueltos a sus padres—Así también serán recompensados sus fieles cuando, en ocasión de su venida, la muerte pierda su aguijón, y el sepulcro sea despojado de su victoria. Entonces devolverá el Señor a sus siervos los hijos que les fueron arrebatados por la muerte. “Así ha dicho Jehová: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo: Rachel que lamenta por sus hijos, no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron. Así ha dicho Jehová: Reprime tu voz del llanto, y tus ojos de las lágrimas; porque salario hay para tu obra... y volverán de la tierra del enemigo. Esperanza también hay para tu fin, dice Jehová, y los hijos volverán a su término”.
Los santos que duermen son cuidados como joyas preciosas—Se cita Isaías 26:19. El Dador de la vida reunirá en la primera resurrección a su posesión comprada, y hasta que llegue esa hora triunfante, cuando resuene la última trompeta y el inmenso ejército surja para victoria eterna, cada santo que duerme será conservado con seguridad, y será guardado como una joya preciosa a la que Dios conoce por nombre. Mediante el poder del Salvador que estuvo en ellos mientras vivían y porque fueron participantes de la naturaleza divina, son sacados de entre los muertos.—
Reconoceremos a nuestros amigos—La resurrección de Cristo fue una figura de la resurrección final de todos los que duermen en él. El semblante del Salvador resucitado, sus modales y su habla eran familiares para sus discípulos.
Así como Jesús resucitó de los muertos, han de resucitar los que duermen en él. Conoceremos a nuestros amigos como los discípulos conocieron a Jesús. Pueden haber estado deformados, enfermos o desfigurados en esta vida mortal, y levantarse con perfecta salud y simetría; sin embargo, en el cuerpo glorificado su identidad será perfectamente conservada. Entonces conoceremos así como somos conocidos. En la luz radiante que resplandecerá del rostro de Jesús, reconoceremos los rasgos de aquellos a quienes amamos.—
Nos reconoceremos el uno al otro—El mayor don de Dios es Cristo, cuya vida es nuestra, pues fue dada por nosotros. Él murió por nosotros y fue resucitado por nosotros, para que nosotros nos levantemos de la tumba para estar en la gloriosa compañía de los ángeles del cielo, para encontrarnos con nuestros amados y para reconocer sus rostros, porque la semejanza a Cristo no destruye la propia imagen de los redimidos, sino que la transforma a la gloriosa imagen del Salvador. Cada santo que tenga aquí relaciones de familia reconocerá a cada uno allá.—
La personalidad preservada en un nuevo cuerpo—Nuestra identidad personal quedará conservada en la resurrección, aunque no sean las mismas partículas de materia ni la misma sustancia material que fue a la tumba. Las maravillosas obras de Dios son un misterio para el hombre. El espíritu, el carácter del hombre, vuelve a Dios, para ser preservado allí. En la resurrección cada hombre tendrá su propio carácter. A su debido tiempo Dios llamará a los muertos dándoles de nuevo el aliento de vida y ordenando a los huesos secos que vivan. Saldrá la misma forma, pero estará liberada de enfermedades y de todo defecto. Vive otra vez con los mismos rasgos individuales, de modo que el amigo reconocerá al amigo. No hay una ley de Dios en la naturaleza que muestre que Dios devolverá las mismas idénticas partículas de materia que componían el cuerpo antes de la muerte. Dios dará a los justos muertos un cuerpo que será del agrado de él.
Pablo ilustra este tema con la semilla de cereal que se siembra en el campo. La semilla plantada se destruye, pero surge una nueva semilla. La sustancia natural del grano que se destruye nunca surge como antes, pero Dios le da un cuerpo como a él le place. Un material mucho mejor compondrá el cuerpo humano, pues es una nueva creación, un nuevo nacimiento. Se siembra un cuerpo natural, se levanta un cuerpo espiritual.—
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EN LA SEPTIMA PLAGA REGRESA CRISTO DESPUES DE LA MUERTE DE LOS JUSTO SELLADOS DEL SABADOS SEPTIMO DIA ACESINADOS POR LOS IMPIOS LOS QUE TENDRAN LA MARCA DE LA BESTIA APOC 16 .
Los impíos LOS QUE TENDRAN LA MARCA DE LA BESTIA. Apoc.cap 13 CAP 14:8,11Pero la Bestia fue capturada, y con ella el falso profeta - el que había realizado al servicio de la Bestia las señales con que seducía a los que habían aceptado la marca de la Bestia y a los que adoraban su imagen - los dos fueron arrojados vivos al lago del fuego que arde con azufre.Apoc 19:20,21 . intentan en vano ocultarse de Jesús—Los impíos piden ser sepultados bajo las rocas de las montañas, antes que ver la cara de Aquel a quien han despreciado y rechazado...
Los que pusieron en ridículo su aserto de ser el Hijo de Dios enmudecen ahora. Allí está el altivo Herodes que se burló de su título real y mandó a los soldados escarnecedores que le coronaran. Allí están los hombres mismos que con manos impías pusieron sobre su cuerpo el manto de grana, sobre sus sagradas sienes la corona de espinas y en su dócil mano un cetro burlesco, y se inclinaron ante él con burlas de blasfemia. Los hombres que golpearon y escupieron al Príncipe de la vida, tratan de evitar ahora su mirada penetrante y de huir de la gloria abrumadora de su presencia. Los que atravesaron con clavos sus manos y sus pies, los soldados que le abrieron el costado, consideran esas señales con terror y remordimiento.
Los sacerdotes y los escribas recuerdan los acontecimientos del Calvario con claridad aterradora. Llenos de horror recuerdan cómo, moviendo sus cabezas con arrebato satánico, exclamaron: “A otros salvó, a sí mismo no puede salvar: si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere”. Mateo 27:42, 43.
Y entonces se levanta un grito de agonía mortal. Más fuerte que los gritos de “¡Sea crucificado! ¡Sea crucificado!” que resonaron por las calles de Jerusalén, estalla el clamor terrible y desesperado: “¡Es el Hijo de Dios! ¡Es el verdadero Mesías!” Tratan de huir de la presencia del Rey de reyes. En vano tratan de esconderse en las hondas cuevas de la tierra desgarrada por la conmoción de los elementos..
La séptima plaga REGRESA CRISTO .El séptimo derramó su copa sobre el aire; entonces salió del Santuario una fuerte voz que decía: «Hecho está».Apoc 16:
Necesitamos estudiar el derramamiento de la séptima copa. Apocalipsis 16:17-21. Los poderes del mal no abandonarán el conflicto sin luchar; pero la Providencia tiene una parte que desempeñar en la batalla del Armagedón. Cuando la tierra esté alumbrada con la gloria de ángel de Apocalipsis 18, los elementos religiosos, buenos y malos, despertarán del sueño y los ejércitos del Dios viviente irán a la batalla.
Pronto se peleará la batalla del Armagedón. Aquel sobre cuya vestidura está escrito el nombre “Rey de reyes y Señor de señores”, conduce a las huestes celestiales montadas en caballos blancos, vestidos de lino fino, limpio y blanco. Apocalipsis 19:11-16.—
Toda la tierra se alborota e hincha como las olas del mar. Su superficie se raja. Sus mismos fundamentos parecen ceder. Se hunden cordilleras. Desaparecen islas habitadas. Los puertos marítimos que se volvieron como Sodoma por su corrupción, son tragados por las enfurecidas olas [...]. Las más soberbias ciudades de la tierra son arrasadas. Los palacios suntuosos en que los magnates han malgastado sus riquezas en provecho de su gloria personal, caen en ruinas ante su vista. Los muros de las cárceles se parten de arriba abajo, y son libertados los hijos de Dios que habían sido apresados por su fe.—
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El último toque de inmortalidad DESPUES DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO .—Tenemos un Salvador resucitado viviente. Rompió las cadenas de la tumba después que había yacido allí tres días, y en triunfo proclamó sobre el agrietado sepulcro de José: “Yo soy la resurrección y la vida”. Y él viene. ¿Nos estamos preparando para él? ¿Estamos listos de modo que si ca yéramos dormidos podríamos hacerlo con la esperanza en Jesucristo? ¿Estáis trabajando ahora por la salvación de vuestros hermanos y vuestras hermanas? El Dador de la vida vendrá pronto. El Dador de la vida viene para romper las cadenas de la tumba. Hará salir a los cautivos y proclamará: “Yo soy la resurrección y la vida”. Allí está la hueste resucitada. El último pensamiento fue de la muerte y sus angustias. Los últimos pensamientos que tuvieron fueron del sepulcro y de la tumba; pero ahora proclaman: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” Las angustias de la muerte fue lo último que experimentaron: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” La última cosa que reconocieron fueron las angustias de la muerte. Cuando despierten todo el dolor habrá desaparecido...
Aquí están; el último toque de inmortalidad les ha sido dado, y ascienden para encontrarse con su Señor en el aire. Los portales de la ciudad de Dios giran sobre sus goznes, y entran las naciones que han guardado la verdad. Las columnas de ángeles están a cada lado, y los redimidos de Dios entran en medio de querubines y sera fines. Cristo les da la bienvenida y pronuncia sobre ellos su bendición. “Bien, buen siervo y fiel... entra en el gozo de tu Señor”. ¿Cuál es ese gozo? Ve el fruto de la aflicción de su alma, y queda satisfecho.
Esto es por lo que trabajamos: aquí hay uno por quien rogamos a Dios durante la noche; allí hay otro con quien hablamos en su lecho de muerte y entregó su alma desva lida a Jesús; aquí está uno que era un desventurado ebrio. Tratamos que sus ojos se fijaran en Aquel que es poderoso para salvar, y le dijimos que Cristo podía darle la victo ria. Hay coronas de gloria inmortal sobre sus cabezas, y entonces los redimidos echan sus relucientes coronas a los pies de Jesús. El coro angelical hace resonar la nota de victoria y los ángeles de las dos columnas entonan el canto, y la hueste de los redimidos se une a él como si hubieran cantado el himno en la tierra, y así fue.
¡Oh, qué música! No hay una sola nota discordante. Cada voz proclama: “El Cordero que fue inmolado es digno”. Él ve la aflicción de su alma, y queda satisfecho. ¿Creéis que alguno empleará allí tiempo para contar sus pruebas y terribles dificultades?“De lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento”. “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos”.—
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