Cristo y la ley del cielo Sinaí.Exodo 20:1,17Exodo 31:12,18 Escrita con su dedo .
LEEMOS en Mateo 5:17: «No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir”. ¿Qué les hizo pensar eso a sus oyentes? A pesar de que Cristo estaba representado en las ofrendas y en los sacrificios, ellos no podían despojarse de la idea de que era la ley, la ley y la ley a la que tenían que dedicar toda su atención como garantía de su acceso al cielo. Pero ahora llega Cristo con su doctrina no para restarle importancia a la ley, sino para revelarles la antigua luz en un nuevo contexto. Viene a mostrar dicha luz en el marco del evangelio, para que entendieran lo esencial que era para ellos tener dicha luz.
Mateo 5-> Ver.
[V.17-> No penséis. Como ocurrió en casi todas las ocasiones durante los dos últimos años de su ministerio (ver com. Mar 2:6; Luc 6:11), estaban presentes espías que tenían la tarea de averiguar e informar acerca de las actividades de Jesús. Mientras él hablaba, ellos murmuraban entre los que allí estaban, que Jesús daba poca importancia a la ley (DTG 272-273; DMJ 44). Pero, como en muchas otras ocasiones (ver com. Mar 2:8; Luc 4:23; Luc 6:8), Jesús leyó lo que pensaban (DTG 273) y respondió a las objeciones que habían suscitado, dando así una evidencia de su divinidad. He venido. Jesús se refiere aquí a su venida procedente del Padre (Jn 16:28) al mundo (Mat 18:37). Abrogar. Gr. katalúō, “desatar”, “deshacer”, como se desarma una tienda. Significa “abrogar”, “dejar sin validez”, “anular”, “abolir”. Cristo había proclamado la ley en el monte Sinaí. ¿Por qué habría ahora de anularla? (PP 381-382; ver com. Mat 23:23). La ley. Gr. nómos, (ver com. Rom 3:19), que aquí equivale al Heb. torah, que comprende toda la voluntad revelada de Dios (ver com. Sal 119:1; Sal 119:33; Pro 3:1). La expresión “la ley y los profetas” representa la división de las Escrituras del AT en dos partes (Mat 7:12; Mat 11:13; Mat 22:40; Luc 16:16; Jn 1:45; Rom 3:21). Esta clasificación se encuentra también en la antigua literatura judía (ver 4Mac 18:10). Sin embargo, la división más común entre los judíos era la triple división: la ley, los profetas y los salmos (Luc 24:44), o, según el título de la Biblia hebrea, “Ley, Profetas y Escritos”. El contexto indica que con toda probabilidad Jesús se estaba refiriendo en primera instancia a la ley moral y a los estatutos civiles contenidos en los libros de Moisés y confirmados por los profetas (DTG 273; DMJ 43). En Mat 5:21-47 Jesús elige ciertos preceptos de los Diez Mandamientos (Mat 5:21; Mat 5:27) y de las leyes de Moisés (Mat 5:33; Mat 5:38; Mat 5:43), y presenta el contraste entre su interpretación y la de los escribas, expositores oficiales y maestros de la ley (ver p. 57; com. Mar 1:22; Mar 2:6; Mar 2:16; Luc 5:17). Cristo muestra claramente que no era él sino ellos quienes destruían la ley, invalidándola con su tradición (Mat 15:3; Mat 15:6). Es probable que las ilustraciones tomadas de la ley (Mat 5:21-47) representen sólo una parte de lo que Cristo dijo en esa oportunidad (ver com. Mat 5:2). Su discurso pudo haber sido mucho más amplio. Cuando afirmó que había venido a cumplir la ley y los profetas, también pudo haber hecho notar que en él se cumplían los símbolos de la ley ritual que se referían a él, y que en él se cumplían todas las predicciones mesiánicas de todas las Escrituras (Luc 24:44). No había venido a abrogar ninguna parte de las Escrituras que él mismo había dado (1Pe 1:11; PP 381-382), y que testificaban de él (Jn 5:39; cf. Luc 4:21). El punto básico de desacuerdo entre Jesús y los escribas tenía que ver con las tradiciones mediante las cuales ellos interpretaban la santa ley de Dios (ver p. 57; com. Mar 1:22; Mar 1:44; Mar 2:19; Mar 2:24; Mar 7:1-14; Luc 6:9). Desde la niñez Jesús había actuado sin tomar en cuenta esas leyes rabínicas que no tenían su base en el AT (DTG 64). Lo que ahora ponía de lado era la falsa interpretación que los escribas habían dado a la ley (DTG 273), y no la ley en sí. 323 Cumplir. Gr. pl’róō, “completar”, “llenar”. En el Sermón del Monte el Autor de la ley dejó en claro el verdadero significado de sus preceptos, y la manera en que sus principios habían de expresarse en el pensamiento y en la vida de los ciudadanos del reino que había venido a establecer (ver com. Isa 59:7). El mismo gran Dador de la ley reafirmó los pronunciamientos del Sinaí, diciendo que estaban en vigencia para los que quisieran ser sus súbditos, y anunció que cualquiera que se atreviera a anularlos, ya fuera por precepto o por ejemplo, de ningún modo entraría en el “reino de los cielos” (Mat 5:20). La afirmación de que al cumplir la ley moral Cristo la abrogó no armoniza con el contexto de la declaración del Maestro. Tal interpretación niega el sentido que evidentemente Jesús quiso transmitir. Según esa interpretación contradictoria, Cristo habría dicho que no había venido a destruir la ley, sino que al cumplirla la abrogaba. Esa interpretación pasa por alto la clara antítesis que hay en la palabra allá- “sino”, “pero”- y hace que las dos ideas sean virtualmente sinónimos. Al cumplir la ley, Cristo tan sólo le dio un sentido más amplio, dando a los hombres un ejemplo de perfecta obediencia a la voluntad de Dios a fin de que la misma ley “se cumpliese [pl’róō] en nosotros” (Rom 8:3-4).]
Salí. Aquí se resumen los grandes hechos de la fe cristiana: la preexistencia de Cristo (“salí del Padre”), la encarnación y los sucesos que la acompañaron (“he venido al mundo”), y la ascensión (“voy al Padre”). Ver com. Jn 1:1; Jn 1:14. ]
Sal. 119 expone la alegría y el gozo que experimenta el que sigue la ley de Dios como su guía. Este es un salmo acróstico compuesto de 22 partes, cada una de las cuales consta de 8 versículos. Las 22 partes corresponden a las 22 letras del alfabeto hebreo (ver pág. 15). En hebreo todos los versículos de la primera sección comienzan con ‘álef, primera letra del alfabeto hebreo. Todos los versículos de la segunda sección con bet, segunda letra de ese alfabeto, etc. Encuanto a que David sea el autor del Sal. 119. ver DTG 364; OE 270; 3TS 386; 4T 534. El primer versículo presenta el tema en torno del cual gira todo el salmo. Salvo el Sal 119:122, todos los demás contienen alguna referencia inequívoca a la revelación de Dios a la humanidad. En la primera sección del salmo, aparecen las siguientes palabras: “ley”, “testimonios”, “caminos”, “mandamientos”, “estatutos” y “juicios”, las cuales indican los diferentes aspectos de la revelación divina (ver com. Sal 19:7). El uso de estos diferentes vocablos embellece el salmo y evita la monótona repetición de una misma palabra. Bienaventurados. Heb. ‘ashre (ver com. Sal 1:1). El salmo comienza con una bendición para los que obedecen la ley del Señor. Perfectos. Heb. temimim, plural de tamim, “completo”, “sin culpa”, “intachable”; se traduce también como “perfecto” (Gen 6:9). Que andan. Una vida santa equivale a vivir de acuerdo a la ley. Ley. Heb. torah, “enseñanza” o “instrucción” (ver com. Deu 31:9; Sal 19:7; Pro 3:1). ]
MATEO 5-> Ver.
[V.21-> Oísteis. Jesús procede ahora a presentar ejemplos específicos de su interpretación de la ley Como Autor de ella, es su único verdadero Expositor. Poniendo de lado la casuística rabínica, Jesús restauró la verdad a su hermosura y lustre originales. La expresión “oísteis” implica que la mayoría de los oyentes en esta ocasión no habían leído ellos mismos la ley. Esto era de esperarse, porque la mayoría de ellos eran rudos labradores y pescadores (DMJ 36). Cuando conversó más tarde con los eruditos sacerdotes y ancianos, Jesús preguntó: “¿ Nunca leísteis en las Escrituras?” (Mat 21:42). Sin embargo, ese mismo día un grupo de gente del común del pueblo, dentro del atrio del templo, se dirigió a Jesús diciendo: “Nosotros hemos oído de la ley” (Jn 12:34). Fue dicho. Al citar a antiguos expositores de la ley, los rabinos con frecuencia presentaban lo que esos eruditos habían dicho, con las palabras que Jesús emplea aquí. En los escritos rabínicos estas palabras se usan también para presentar citas del AT. No matarás. El sexto mandamiento del Decálogo (ver com. Exo 20:13). Será culpable de juicio. Es decir, “será reo ante el tribunal” (BJ). En casos de homicidio no premeditado, diferente de un asesinato, la ley protegía al homicida (ver com. Num 35:6; Deu 19:3). Por supuesto, aquí se hace referencia a un derramaniento intencional de sangre, a un fallo de culpabilidad y al castigo de parte de las autoridades establecidas.]