CIUDAD DE MÉXICO (15/MAY/2010).- A cuatro días de su visita oficial a Estados Unidos (EU), el Presidente Felipe Calderón Hinojosa admitió que crece la tensión en Arizona, Estados Unidos, por la promulgación de la Ley SB 1070, que criminaliza a los indocumentados.
El Mandatario adelantó que su Gobierno protestará ante las autoridades de la Unión Americana por la ley antiinmigratoria en Arizona.
“Lo que estamos haciendo como Gobierno, además de elevar nuestra protesta al Gobierno de los Estados Unidos, como lo haré en mi próxima visita de Estado y en el propio Congreso americano, hemos dado órdenes a los consulados mexicanos en Arizona y en otros estados de la Unión Americana para coadyuvar a la protección legal de los migrantes mexicanos”.
El presidente mexicano en Estados Unidos
María Elena Salinas PERIODISTA | 14-05-2010 | 22:55 | Opinión
Miami– Cuando se trata de visitar Estados Unidos por los jefes de Estado internacionales, es fácil darse cuenta cuáles pesan más. El presidente mexicano Felipe Calderón no sólo será recibido en esta semana con una ceremonia oficial de bienvenida en Washington, D.C., sino que él y la primera dama, Margarita Zavala, van a ser honrados con una cena de estado en la Casa Blanca. Calderón también tendrá la distinción de aparecer en la corta lista de líderes extranjeros que han tenido el privilegio de pronunciar un discurso ante la sesión en pleno del Congreso.
Al hacer este anuncio, la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosy dijo, “como presidente de México y como nuestro vecino y amigo, estamos ansiosos por escuchar el mensaje que dará el presidente Calderón a los estadounidenses”. Continuó diciendo: “las relaciones con México son muy importantes para Estados Unidos. El discurso del presidente Calderón ante el Congreso nos aportará una renovada oportunidad de fortalecer nuestros vínculos de amistad, discutir los desafíos que compartimos y aprovechar las oportunidades que tenemos en común”.
Estas palabras les van a sonar familiares. Es algo muy parecido a lo que se dijo de Vicente Fox cuando se convirtió en el primer presidente mexicano en dirigirse ante una sesión en pleno del Congreso, allá en el 2001. Para ser exactos, fue el 6 de septiembre. Fue un momento histórico para las relaciones entre Estados Unidos y México. “Nuestros países están viviendo actualmente una época que es única en la historia de nuestras relaciones, una época llena de desafíos que debemos enfrentar unidos, y de oportunidades que debemos aprovechar juntos”, dijo Fox.
Encabezando su agenda estaba la reforma migratoria y la legalización de millones de indocumentados mexicanos. Le dijo a los miembros del Congreso: “Como lo demuestra la historia de este país, la migración siempre le ha generado más beneficios económicos a Estados Unidos que el costo que ha implicado”. En ese momento, el presidente George W. Bush apoyó cautelosamente la idea de la reforma migratoria aunque se oponía a la amnistía.
Por supuesto, ni Fox ni su amigo Bush se imaginaron en ese momento que cinco días después todo cambiaría, literalmente. Los ataques terroristas del 11 de septiembre nos demostraron lo vulnerable que somos y que podemos convertirnos en víctimas del odio.
Pero otra casi inevitable consecuencia es que las relaciones entre México y Estados Unidos desaparecieron de la lista de prioridades de Estados Unidos, y con esto la posibilidad de seguir adelante con la reforma migratoria.
Inesperadamente, los inmigrantes, particularmente aquellos que cruzan por la frontera sur, se convirtieron en enemigos ante los ojos de algunos estadounidenses, y en una probable amenaza. Aunque ninguno de los terroristas del 11 de septiembre cruzó por la frontera de México.
Han pasado casi nueve años desde que un presidente mexicano habló francamente ante los estadounidenses, y una vez más, México se encuentra en el radar de Estados Unidos y de igual manera la necesidad de una reforma migratoria, pero no bajo las mejores circunstancias.
Cuando el presidente Calderón visite Washington, habrá algunos asuntos difíciles que tendrá que tocar: la creciente violencia en su país que ha cobrado más de 22 mil vidas desde que le declaró la guerra a los cárteles de la droga y sus efectos en ciudades de ambos lados de la frontera de Estados Unidos y México. Y la nueva ley de Arizona cuyo mensaje enfático es: desháganse de los mexicanos.
El presidente Calderón ha criticado esta ley como una violación a los derechos humanos que abre una puerta a “la intolerancia, al odio y la discriminación”. Su gobierno le ha advertido a Arizona que “debe asumir que cada ciudadano mexicano puede ser acosado e interrogado sin razón en cualquier momento”.
Irónicamente, después de que fue aprobada la ley de Arizona, la Amnistía Internacional criticó a México por el tratamiento de los inmigrantes indocumentados, principalmente de Centroamérica.
Calderón enfrenta un difícil acto de equilibrio en este país.
Además de toda la pompa y circunstancia, necesitará exigir respeto para sus compatriotas que se encuentran en este país y presionar para que haya una reforma migratoria, pero también tendrá que explicar por qué no ha creado el ambiente que ellos desean para poder quedarse en su país. Y también debe aclarar por qué razón, a pesar de todos los recursos invertidos en la guerra contra las drogas y los logros que ha conseguido, su gobierno aún no ha podido detener el baño de sangre que el mes pasado llegó al número más alto que haya habido.
Bienvenido, presidente Calderón. Buena suerte, porque se enfrentará con gente difícil de convencer.
Con motivo de la celebración del 5 de mayo, el director de cine Robert Rodríguez lanzó un trailer de su próximo filme Machete, en el que protesta contra la ley SB 1070 que criminaliza a los inmigrantes en Arizona.
Rodríguez avisó vía Twitter que Danny Trejo, el actor que da vida a Machete en el filme, advierte en el inicio del trailer con un gruñido: “Aquí Machete, con un mensaje especial por el 5 de mayo… para Arizona”.
La trama
En la cinta, Machete es un asesino a sueldo mexicano que estadounidenses contratan para matar a un senador (Robert de Niro), pero en determinado momento descubre que no es más que un chivo expiatorio y que su vida está amenazada. Y eso, claro, no lo puede permitir. “Jodieron al mexicano equivocado”, reza el eslogan del filme. Y siguen varias escenas de violencia en contra de los gringos que decidieron utilizarlo y después traicionarlo.
precisamente ayer estaba viendo sobre este film y una crítica... mira, ahorita tengo q salir a la calle, pero regresando le damos e investigamos Carlos.