Hacía mucho calor en el verano del 1976 en Taormina. Mi hermano y yo estábamos regresando de las espléndidas islas Eolie bañadas del azul intenso del Mar Mediterráneo. Regresábamos a casa, hacia aquella tierra en forma de triángulo que en el antiguo texto biblico es llamada "la Galilea de los Gentiles", esa misma tierra "más allá del río Jordán dónde se cumplirían milagros y prodigios". Durante el viaje nos acontece un hecho bastante extraño. Sentimos una voz que nos llamaba por el nombre, a pesar de quedar asombrados mantenemos el secreto. Algunas horas más tardes, encontramos un pariente que llevaba en el pecho un medallón, en el centro del cual había un rubi circundado y sujeto por una estrella de siete puntas. Curiosos, le preguntamos que era y él nos hablo de un hombre, un cierto Eugenio Siragusa que decía ser un contactado con seres provenientes de otros planetas. Instintivamente le explicamos lo acontecido y él nos aconsejo de hablar con este hombre. Fue solo alguna semana después que pudimos encontrarlo de persona. Vivía en las faldas del Etna, donde yo personalmente, en aquel tiempo con trece años, junto a otros amigos, tuve mi primer avistamiento exactamente algún minuto después del contacto de Eugenio con estos seres. De hecho, vimos un gran disco volante por encima del cráter en el noreste del volcán, moviéndose con el típico movimiento de una hoja muerta. Desde ese momento nuestra vida cambió radicalmente y Eugenio Siragusa se convirtió en nuestro maestro y padre espiritual.
BIOGRAFIA
Eugenio Siragusa nace en Catania el 25 de marzo de 1919 de una familia de clase media. A la edad de dieciseis años se alista a la Marina Militar como submarinista, y durante la segunda guerra mundial recibe tres cruces de guerra al valor y certificaciones de "conducta ejemplar y valerosa". Empleado en la oficina de impuestos de Catania, se casa sucesivamente con Rosaria Mirabella, con la cual tiene dos hijos, Francesco y Liberto. Lleva una vida absolutamente normal, trabaja, se dedica a la familia, es muy querido por sus conciudadanos que lo consideran una persona recta y honesta. En el 1951, imprevistamente, empieza a escribir largos tratados de filosofía cósmica, conceptos totalmente fuera de su preparación cultural elemental. Se encuentra de hecho estudiando y aprendiendo lo que escribe él mismo, como si toda aquella sabiduría le proveniese de lo profundo de su ser, desconocido sin embargo por él mismo. Debe esperar otro año, antes de empezar a comprender lo que le está sucediendo.
El 25 de marzo de 1952, el día que cumplía sus treinta y tres años, eran las cinco de la madrugada cuando Eugenio se encontraba en la plaza de los Mártires, frente a la estación, donde normalmente tomaba el autobus para dirigirse al trabajo.
No estaba de muy buen humor, hubiese de hecho preferido pasar ese día de fiesta con su familia.
Mientras caminaba para llegar a la parada del autobus, vió, de lejos, un pequeño objeto luminoso que del mar se acercaba a gran velocidad. Tenía una forma similar a la de un sombrero de cura y se movía a gran velocidad. Tenía un movimiento particular de expansión y contracción, una especie de sístole y diástole. Eugenio quedó aterrorizado porque rápidamente pensó al lanzamiento de un ingenio nuclear. A pesar de que la luz se acercó, el miedo disminuyó, hasta desaparecer del todo cuando un rayo luminoso en forma de clavo invertido salió del objeto y lo compenetró. En aquel momento, no solo se desvaneció el temor, sino que una sensación de paz y amor nunca antes probada lo invadió completamente.
Así como había llegado el objeto se fue, rapidísimo con el mismo movimiento de sístole y diástole, desapareciendo a lo lejos como si fuera "el puntito de los viejos televisores cuandos los apagas". Desde aquel momento Eugenio Siragusa no era más el mismo hombre.
Continúa su trayecto hacia la parada del autobus, pero se sentía completamente trastornado, tanto que todas las construcciones y todas las formas geométricas triangulares o paralelepípedas le parecían extrañas y hasta primitivas. Solo las estructuras arquitectónicas redondas o esféricas no le daban fastidio. Se movía lentamente, no lograba controlar los movimientos de su cuerpo como si en su interior vivieran personalidades diversas. Bajó del autobus, completamente absorto en sus pensamientos y profundamente desconcertado, tanto que el conductor que lo acompañaba al trabajo desde hacía más de veinte años, aún recuerda la cara de Eugenio Siragusa aquel 25 de marzo. Trastornado, decide volver a casa.
Desde aquel día en adelante, su vida cambió radicalmente, aunque siguió trabajando honestamente y concienzudamente, como había hecho siempre en la oficina de impuestos hasta el 1972 cuando se jubiló. Desde el 1952 al 1962 recibe una preparación espiritual intensa y profunda a través de la telepatía o la sintonía directa. Escribe de hecho volúmenes enteros de enseñanzas de cada género; sobre el origen de nuestro planeta y sobre la creación del hombre, sobre la ley de la reencarnación, sobre la existencia de civilizaciones de otros mundos, sobre el misterio de la redención de Cristo, sobre la presencia en el planeta de grandes maestros espirituales, de seres extraterrestres que nos vigilan siempre de cerca, sobre la indispensable experiencia de la materia para lograr la beatitud, sobre la situación degenerativa del hombre y otros muchísimos conceptos de naturaleza espiritual. Estas enseñanzas, que incluían también la instrucciones para el desarrollo de su misión, provenían de los "seres de luz", como él mismo los definía. Eran seres multi dimensionales que proyectaban su espiritu en sus vidas paralelas. El era compenetrado por un gran espíritu mutante, Cagliostro, Hermes Trimegisto, Giordano Bruno, Rasputin, Juan el Evangelista, y aprendía el pensamiento en su profundidad. Ha efectuado mapas y diseños entre los cuales el movimiento de las placas y la deriva de los continentes, instruido en aquel caso, por su descubridor Wegener. El 30 de abril de 1962 empieza para Eugenio Siragusa la misión pública. En aquel día tuvo de hecho el primer contacto directo con estos Seres provenientes de otros mundos. Se encontraba en su casa cuando sintió una llamada interior, se asomó a la ventana y vió uno de estos objetos sobrevolar el volcán Etna. Subíó en su Fiat 600 y emprendió la fuerte subida que lo llevó a la altura de 1400 metros sobre el monte Sona-Manfré, cráter apagado en la ladera del volcán. Dejó el coche y empezó a caminar. Cuando alcanzó un cuarto de la subida, cerca de una encina, vió dos seres luminosísimos, de casi dos metros de altura; la emoción lo paralizó, pero como la primera vez, fue fulgurado por un rayo de luz que lo tranquilizó totalmente.
Los dos "Seres de luz" estaban compuestos totalmente de energía, su piel era muy clara, casi transparente, los cabellos largos hasta la espalda, uno rubio y el otro moreno, los ojos grandes y bellisimos de diferentes colores.
Vestían trajes adherentes, pulseras que ceñían las muñecas y los tobillos, debajo de los brazos llevaban un casco y emanaban una luz resplandeciente.
Sus nombres eran Asthar Sheran e Itacar, seudónimo que dió Eugenio Siragusa con la finalidad de que nadie pudiese falsificar o manipular los mensajes que recibía de ellos. Asthar Sheran significa "jefe santo" mientras que Itacar "representante del planeta Masar o Marte". Eran seres solares, es decir, que habitaban en los astros y eran aquellos que lo habían preparado en estos diez largos años para confiarle una misión. Le revelaron además de ser aquellos que hacía dos mil años habían acompañado a Jesús Cristo en su venida a la Tierra.
Le dieron un mensaje para revelar a todos los jefes de estado con el fin de que las políticas mundiales se convirtieran en una colaboración recíproca según las enseñanzas divinas y que sobre todo, cesaran los experimentos nucleares extremadamente peligrosos para la misma supervivencia del planeta Tierra.
Eugenio se mete enseguida al trabajo que le ha sido confiado, y sostenido por un grupo de amigos con los cuales había dado vida al "Centro Studi Fratellanza Cosmica" inició su obra de divulgación.
Muchas otras veces más Eugenio encontró estos seres. Narra, en particular, cuando fue llevado a bordo de un medio volante junto a un contactado de Bolonia, Luciano Galli, ahora desaparecido. Era el 1969, se encontraba en Ragalna, cerca de Nicolosi, cuando tuvo este contacto, durante el cual es conducido en la Luna Negra, una plataforma espacial que recorre la órbita entre la Luna y Venus. (dibujo adjunto, argumento que profundizaremos próximamente).
Allí vió cuerpos aparentemente sin vida. Le explicaron que eran cuerpos cuyos espíritus, según un procedimiento de desdoblamiento controlado, personificaban algunos seres en la Tierra con el fin de cumplir una misión. Eugenio tuvo 36 encuentros de este tipo, miles de contactos por sintonía directa (espiritu-espiritu), por via telepática y tantos otros mensajes. Después de una serie de conferencias en Italia, en el 1972 dan inicio los numerosos viajes de Eugenio Siragusa en todo el mundo. Se dirigirá de hecho a América Latina, España, Holanda, Francia, Alemania, Canadá y Suiza (Ginebra) donde en el 1971 fundó el "Centro Internacional" y puso en marcha la publicación de los periódicos mensuales. Por todas partes se empieza a hablar de su experiencia. En el 1978, dos meses antes de que fuese arrestado, cierra el "Centro Studi Fratellanza Cosmica". El 23 de noviembre del 1978 es conducido en la cárcel de Catania y precisamente en "la Casa Circondariale de Plaza Lanza", acusado de crímenes nunca cometidos.
Será de hecho absuelto plenamente porque "el hecho no subsiste" el 5 de abril de 1982, año en el cual su caso judicial es archivado definitivamente. Sucesivamente Eugenio Siragusa limita su obra a la preparación de hombres y mujeres que él considera "iniciados", y a escribir mensajes prevalentemente de amonestación y de preocupación por el futuro de las generaciones jóvenes. En setiembre de 1992, delante de los representantes de todos los grupos esparcidos por el mundo que han seguido su obra, a las cámaras de diferentes órganos de prensa sobre todo internacional, puso de manifiesto su retiro oficial de la parte pública de su misión, en obediencia a lo que le habían comunicado los extraterrestres. En particular, dejó oficialmente en manos de quién escribe la responsabilidad de seguir la Obra de divulgación.
Hoy Eugenio Siragusa vive en Nicolosi donde reside desde el 1977 con la segunda mujer, Miguela Lecha y el hijo que tuvo en el 1979, Eli Paolo.
Después de la separación oficial del suscrito acontecida en el 1998 por diferencias de metodología, Eugenio recientemente difundió a través de sus más estrechos colaboradores y en las páginas de internet cuanto sigue:
"Está bien que se sepa, una vez para siempre, que no hago más parte de ningún grupo cultural y de ninguna asociación científica de la tierra. Los días que me quedan por vivir en este mundo, permanecen ligados a los amigos que quiero y amo fraternalmente. Con Devoción. Eugenio Siragusa. Nicolosi, 21 de noviembre 1998".
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